Vamos a lo fácil

Todos vamos a lo fácil. En la sabana los leones se acercan a una manada de ñus, ponen el ojo en el más renqueante y se lanzan a por la pieza más vulnerable. Las cuatro de la mañana en la barra de un bar, se van desinflando las posibilidades, te entran las urgencias, y aparcas planes, anhelos y escrúpulos para lanzarte a por la sonrisa de guardia que tenemos la certeza que nos dará asilo. Los atléticos no somos diferentes, mucho ‘Atleti hasta la muerte’, ‘siempre hay que creer’ o ‘contigo hasta el final’, pero cuando vienen mal dadas aparecen los escalpelos y la sangre a chorrear por debajo de la puerta. Nadie se libra, ni siquiera Simeone. Una temporada tibia, dos malos resultados y ya hay quien pide el cuerpo del Cholo en el fondo del Manzanares relleno de plomo y que pase el siguiente. Porque vamos a lo fácil, a abandonar el barco, y lo complicado es seguir creyendo.

Pocas cosas más fáciles que cambiar de opinión. Comenzamos el año desencantados, pero bastó la agonía contra el Barcelona y un buen partido contra el Madrid para arrojarnos dos certezas: una, que este equipo sigue sabiendo competir y otra, que si los que lanzan los penaltis en el Atleti son los elegidos, los descartes deben dar miedo. Dos encuentros más tarde, cuando los resultados no acompañan, volvemos al lodo, a nuestro rincón de la barra a lamentarnos y recrearnos en nuestras miserias. A lo fácil.

Mientras tanto hemos tenido un mes animado. Además de aprender que una falta, dependiendo de quien la haga, te convierte en un fino estratega o merecedor de ser procesado en la zona euro, el fichaje de Cavani nos ha dado para distraernos con el enésimo intento del Atleti por rebajar el precio de un jugador pagándolo con estampitas, bisuterías y media docena de unicornios. Aun con la duda de si el uruguayo es hoy día un reputado goleador o los escombros de un ex futbolista, su llegada parecía acertada, aunque sólo fuese por encontrar un resorte que quebrase la dinámica negativa en la que estaba instalado el equipo. Como el que va al casino y tras una mala racha comienza a rezar, se cambia de mano el reloj o estrena una nueva baraja. En situaciones así, uno se agarra a Cavani, a Saponjic o a Correa de portero. O desesperado busca de madrugada al fondo del bar y se encuentra con Carrasco. Y nos basta con su recuerdo y media sonrisa de guardia de su madre para querer ver de nuevo al belga en el Atleti. Así de fácil lo ponemos.

Y de este modo nos plantamos en el Bernabéu, rodeados de dudas, problemas y lesiones. Como que el que acude a su boda de la mano de un abogado matrimonialista y con los papeles del divorcio en la otra. Tras el partido no habrá sorpresas, y todos afirmarán con rotundidad que lo tenían claro, que lo veían venir. Que era el resultado lógico viendo las alineaciones. Estarán los que desde un bar, con un ojo en Twitter, el otro en el partido y la atención en algún escote cercano, harán en función del resultado un fino análisis del partido. Y, por supuesto, los que recurriremos a los viejos chistes de siempre para terminar de escribir una columna. Porque todos vamos a lo fácil.

Foto: atleticodemadrid.com

Autor: Pike Bishop

50% de Bishop and Gittes. La mitad legal, concretamente. En esta vida de lo que realmente sé es de bares y del Atleti. Del resto, un mero aficionado.

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