Illia Topuria fue campeón de la UFC este fin de semana. Miles de personas en España se mantuvieron despiertas, o madrugaron, para no perderse el combate que lo convertía en leyenda. Las redes sociales se llenaban de fotos y vídeos del luchador, que hasta hace un par de años era un completo desconocido, y muchos que no habían visto jamas un evento de artes marciales mixtas empezaban a comentar la hazaña como auténticos expertos en la materia. Topuria es noticia. Topuria vende.
En el mismo fin de semana, Milinko Pantic lanzaba un comentario en cierta radio nacional sobre la titularidad de Llorente en una posición que para nada era la suya. Un comentario natural, propio de una tertulia en la previa de un partido de fútbol y que podía provocar un buen debate. Un comentario que, de haber sido acompañado con cierto rigor en el análisis, no hubiese generado tanto run run como acabó generando. En lugar de eso, Milinko utilizó esa decisión táctica de Simeone para soltar un croché, otro más, en su particular guerra con Diego Pablo.
El comentario no tardó en ser recogido por un periodista para posteriormente servírselo a Simeone en rueda de prensa, en un intento más de avivar una guerra en el seno de una afición rojiblanca que, tras la vuelta del escudo, vive en una paz social absoluta. Simeone sigue siendo noticia. Simeone continúa vendiendo. Por ello, más de uno que no ha conseguido triunfar en los banquillos, y alcanzar la notoriedad que cree merecer desde la pizarra, recurre al micrófono y a los discursos que les abren puertas de redacciones, deseosas de que en los mentideros rojiblancos se empiece a jalear a cualquier Barrabás de turno.
El otro día un amigo me volvió con el mismo mantra de siempre: «Simeone cobra demasiado.» Yo me reí. Demasiado poco cobra para todos los puestos de trabajo que genera.