Conforme van pasando los días nos vamos acercando a fechas duras. Dentro de poco hará un año desde que el mundo se paró. Quién es asiduo a los estadios y frecuenta gradas y previas con la ilusión de un adolescente en su primera cita, sabrá de lo que hablo. Ese ansia porque llegará el fin de semana y volver, con una fidelidad casi religiosa, al estadio. A reunirte con los tuyos en un particular aquelarre de cervezas, cánticos y emociones fuertes. Ahora, lo único que queda es una televisión donde se sigue jugando a hacer fútbol y un vacío existencial muy difícil de llenar.
Por eso, porque muchos aún no sabemos cómo tapar esa sensación de falta, me dolió especialmente lo que se vivió en el Atlético de Madrid – Celta de la semana pasada. En las redes sociales muchos pudimos ver como Gonzalo Caballero, gran torero y representante del Atlético de Madrid, se encontraba en el palco invitado por el club. No estaba solo, en las imágenes se pudo apreciar como algunos otros asistentes ondeaban bufandas y celebraban los goles del equipo. No les culpo, ellos simplemente aceptaron una invitación que se les trasladó desde alguna entidad. Como quizá haríamos todos. Pero cuando vi todo aquello me paré a preguntarme, ¿Seré mal atlético? ¿Qué tienen ellos que no tenga yo? ¿Acaso yo, socio, abonado y desplazado en varios partidos fuera de casa, no tengo el mismo derecho? ¿Son los palcos de los estadios ajenos a las prohibiciones actuales y al contagio del virus? ¿Por qué una persona puede acudir a un concierto, en un recinto cerrado, y no puede sentarse en una grada de un estadio?
El hincha ya está acostumbrado a no poder beber una triste cerveza en la grada mientras, en otra localidad del estadio, hay barra libre de todo tipo de bebidas alcohólicas. Ya se ha hecho a la idea de soportar estrictos cacheos en el mismo recinto en el que a otros les cogen el abrigo. Incluso ha aceptado el hecho de que su bufanda se inspeccione concienzudamente, cual delincuente, mientras en algunos palcos de este país se han sentado auténticos maleantes que han cerrado tratos oscuros. Lo que aún no ha calado dentro de la mente de los que, jornada tras jornada, daban color al deporte rey es el hecho de verse empujados a abandonar una fiesta que ellos mismos impulsaron.
Jamás un tifo definió tanto un futuro como aquel que lució en un partido frente al PSG en el año 2007: “Fútbol, creado por los pobres y robado por los ricos.”
17 febrero, 2021
El futbol como espectáculo y sus particulares deferencias, es el fiel reflejo de la sociedad.
En todos los espectáculos existe «patio de butaca» y «gallinero», también con sus servicios extras. Que eso no implica, y es muy cierto, que el que está en el «gallinero» no tenga la sabiduría suficiente para ser catedrático en el «patio de butaca».
Donde todo se mezcla es en cuanto lo practicas o cuando lo debates. En ese terreno es donde las diferencias se acortan, o donde los poderosos se ven superados por los mas gentiles.
No voy tanto al campo, cuando se podía, ya que vivo lejos y el presupuesto es el que es, pero me gusta gastarme el dinero en tener una buena entrada, cercana al banquillo.
De todas formas, alguna vez he estado en esos palcos de personas que lo tenían para atender a sus clientes. Bien, con alguno de esos servicios que señalas. Pero la verdad es que mis hijas a los 15 minutos de partido se bajaron a mezclarse con el Frente.