Reconocerse ante el espejo

El Atleti lleva invicto diez jornadas y ha sacado 24 de los últimos 30 puntos. Unos números escandalosos e inconcebibles hace solo un par de meses. Unas cifras de campeón, vaya. El equipo funciona, la gente está contenta y los futbolistas también. Todo marcha. Pero lo mejor de esta etapa dulce que vive el Atleti en la recién estrenada primavera no son los resultados. Ni que el colchón sobre la zona Champions sea ya de seis puntos. O que esté más cerca el segundo clasificado que el quinto. Que nadie se confunda.

La mejor noticia para el Atlético de Madrid es que, después de mucho tiempo, puede volver a mirarse al espejo sin pasar vergüenza. Es más, con orgullo. Porque estamos ante el Atleti más reconocible de los últimos dos años. E insisto, no es por los resultados. En esta casa la exigencia del personal no viene por ahí. Eso es enfrente. El Atlético de Madrid vuelve a ser fiel a sus principios, a esos que decían que el esfuerzo no se negocia y que nunca hay que dejar de creer. El Atleti vuelve a ser cholista y el Cholo también, aunque suene paradójico (que no lo es).

Porque ahora no se arrastra la camiseta como se ha hecho en tantos partidos de la primera vuelta. Y se recriminan con dureza los ultrajes de los árbitros cuando es necesario. También se defiende al equipo dentro y fuera del campo, sin dejarse pisotear por los de siempre. Hay actitud, ganas y orgullo por defender la camiseta. Hay compromiso. Y ambición. Se lucha cada balón, no se regalan minutos y se compite hasta el final sin mirar al marcador. Y es que, qué importa el resultado cuando uno viste la camiseta del Atlético de Madrid. Hay que morir por ella en cualquier circunstancia y condición.

Y así, aunque los resultados hayan llegado, insisto, la mejor noticia es que el Atleti vuelve a ser reconocible. Y el Cholo nos representa a todos y cada uno de nosotros cuando dice que al abrirse una puerta también se abre una ventana. Y que a ver si algún día podemos jugar todos con el mismo reglamento. Y ver a Koke pegando cuatro gritos al árbitro por el enésimo gol injustamente anulado. Y a Giménez y a Oblak rajando ante un nuevo atraco. Detalles que hasta el mes de diciembre no existían. Como si diese todo igual. Como si jugar al fútbol con la rojiblanca fuese una molestia. Como si el Atleti estorbase.

La crisis de identidad de muchos aficionados con el equipo estaba haciendo herida. Algunos ya veían los partidos por inercia. Pero sin sentir dolor, alegría, tristeza, euforia o alivio. Completamente anestesiados. Apáticos. Hasta con cierta desidia. Como mirando a un extraño que no conoces de nada. Y esa sensación -todos lo sabéis- es peor que el más doloroso de los resultados. No hay cosa que a uno le haga más daño que ver al Atleti con indiferencia.Por eso hoy celebro mucho más esa reencarnación del cholismo que los propios resultados. Al final los resultados te dan títulos, y los títulos solo son eso… títulos. Pero el Atlético de Madrid está muy por encima de que la pelota entre o se marche al palo. El Atleti, y su gente, necesita ser fiel a sus principios. Necesita poder ponerse delante del espejo y reconocerse. Ese es nuestro mayor título. Los demás, solo están para adornar el museo.

Foto: Getty

Autor: Dani Sanabria

Periodista de Mundo Deportivo. Social Media Manager. Especialista en running y trail running.

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1 Comentario

  1. acertada reflexión. Aupa siempre el atleti de mi padre y mio, aunque por desgracia el ya no pueda seguirle

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