Desde bien pequeño siempre fui de llevar la contraria. De buscar la posición que defendía la mayoría y tratar de buscarle otra lectura. No he sido jamás de verdades exactas, y el fútbol no podía ser menos. Después del partido contra el Getafe, las redes sociales, los foros y las tertulias radiofónicas eran un hervidero de gentes singulares y simpares que sin haber catado el frío invierno podían saborear el soleado mayo en la plaza Cánovas del Castillo. No es novedad esa fijación que tiene la masa social rojiblanca por quedarse con lo más inmediato y desechar cualquier atisbo de debate serio y argumentado. La histeria, el catastrofismo o el exceso de ego, se han convertido en nuevos signos de identidad de muchos de los aficionados que actualmente pueblan las gradas del Metropolitano.
Tras el partido en Getafe, la percepción que tenía del equipo era la misma que la que tuve el domingo de madrugada: Es lo que hay. Los que año tras año siguen cayendo en cuentos de la lechera que vende una prensa necesitada de rellenar páginas y páginas volverán a pasarlo mal. Los que auguran un futuro catastrofista que acabe con Simeone ingrosando las listas del INEM, volverán a sufrir.
El Atlético de Madrid 22/23 es lo que hay, sin más. La misma base que la temporada pasada estuvo a punto de doblegar al City y que no consiguió ganar al Mallorca ninguno de los dos partidos. El mismo equipo que cuajó un estupendo partido en casa frente al FC Barcelona y que se llevó una goleada en el Camp Nou. El que ganó el derbi de local. Con Morata, al que nadie quería, de nueve. Con los mismos problemas de falta de suplentes de garantías de mediocampo para abajo e idéntica fragilidad física de los centrales titulares.
Y con todo y con eso, el Atlético de Madrid me ilusiona. Creo firmemente en que este equipo, con sus pros y sus contras, puede sacar adelante una temporada que promete ser de las más raras que hayamos podido vivir. Con los pies sobre el suelo, sin extravagancias y conociendo las particularidades y defectos de la plantilla, me veo peleando por algo importante. Morata venciendo a sus fantasmas, con más madurez, y siendo decisivo. Las lesiones dándonos tregua, o al menos siendo escalonadas. La afición unida en torno a una idea y una plantilla. ¿Por qué no soñar?
«¿Que quizá soñando estoy,
aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
lo que he sido y lo que soy.»
23 agosto, 2022
Gracias Marcos por ese «optimismo realista».
La verdad es que tienes razón, lo que hay es lo que hay. Lo que pasa es que nos dejamos llevar por los sentimientos y las bajas pasiones y entramos en la montaña rusa de la euforia en la victoria y la decepción en la derrota.
Esta frase de Ruyard Kipling está escrita en Wimbeldon:
«Si puedes encontrarte con el Triunfo y la Derrota y tratar a estos dos impostores de la misma manera»
Saludos
24 agosto, 2022
No sé si a vosotrxs os pasa lo mismo, pero yo siempre me siento delante del televisor o en la grada del Metropolitano con la ilusión de un niño de diez años, esperando lo mejor de nuestro Atleti y soñando con una victoria. Soñemos hoy y siempre. Aupa Atleti