Que alguien detenga esta pantomima

Los cuatro partidos a Canales han dolido. Por su premeditación y alevosía. Por el mensaje implícito que lleva. Y no solo a la afición bética, que esta vez es la que se siente ultrajada, igual que la del Celta de Vigo con los tres partidos a Tapia o la del Atlético de Madrid cuando castigaron con ocho partidos a Diego Costa por Dios sabe qué. La sanción a Canales es un ataque al fútbol español. A sus equipos y sus aficionados. A la honradez y limpieza de una competición cada día más podrida y en la que ya nadie cree.

Por eso Canales dice que la expulsión de Mateu fue premeditada. Porque nadie -ni aficionados, ni futbolistas, ni cualquier futbolero con dos dedos de frente- puede creerse el viejo cuento de que los árbitros son malos. No. No lo son. Los árbitros ven y escuchan lo mismo que los demás. Pero toman decisiones a su antojo y conveniencia, en contra de lo que sucede. Y lo hacen a sabiendas, faltando al código deontológico del arbitraje. Faltando a la justicia. Prevaricando.

Los 18 equipos de la Liga Santander que no necesitan ser mencionados porque todos somos ya muy viejos están hartos. Aburridos de sentir que no compiten con el mismo reglamento. Y esa sensación tediosa se repite una y otra vez, jornada tras jornada, semana tras semana, temporada tras temporada. Pero el hastío está tocando fondo. Nadie aguanta más atropellos. Porque si antes sucedían, pasaban inadvertidos con la ayuda de la prensa afín, pero ahora el VAR está despejando las dudas de quienes llevamos sospechando muchos años.

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Spanish referee Antonio Mateu Lahoz (R) speaks to Real Betis’ Moroccan defender Zouhair Feddal (L), Real Betis’ Spanish defender Marc Bartra and Real Betis’ Spanish midfielder Sergio Canales (C) during the Spanish League football match between Sevilla FC and Real Betis at the Ramon Sanchez Pizjuan stadium in Seville on June 11, 2020. (Photo by CRISTINA QUICLER / AFP) (Photo by CRISTINA QUICLER/AFP via Getty Images)

Nos mienten a la cara y nos lo enseñan a cámara lenta. Para que nos quede claro que solo somos comparsas en un circo dirigido por unos cuantos mangantes. Nos están estafando. Y lo sabemos. La tropelía a Canales -que, paradójicamente beneficia al Atleti con el enfrentamiento de la próxima semana- ha logrado unir a todo el fútbol español. Al menos a todos los equipos que juegan con el mismo reglamento. Y por eso estas líneas las firma un periodista del Atlético de Madrid con la rabia que lo haría uno del Betis.

Porque en esta guerra estamos todos juntos. Han destruido el deporte más bonito del mundo. Y lejos de querer devolver el fútbol a los futbolistas y a los aficionados, se lo están entregando al colectivo arbitral. Puntualicemos: al colectivo arbitral como brazo ejecutor de las órdenes que se dan desde arriba. Por eso se cuentan por millones los aficionados que se sientan a ver un partido de su equipo pensando que el árbitro tendrá más influencia en el resultado que el acierto de su delantero o la solidez de su defensa. Tan triste como real.

Hoy ha sido el Betis, el otro día fue el Celta y mañana será otro de esos 18 equipos que han sido invitados a la fiesta con el único propósito de hacer bulto, no molestar y reír las gracias cuando toque. Pero somos tan viejos y llevamos viendo fútbol tantos años que ya no pueden ocultarnos el océano. Lo malo es que muchos todavía siguen siendo manipulables y les consiguen convencer de que el agua es verde. Por favor, que alguien detenga esta pantomima.

Foto: Getty Images

Autor: Dani Sanabria

Periodista de Mundo Deportivo. Social Media Manager. Especialista en running y trail running.

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2 Comentarios

  1. D U O P O L I O

    Feonicius diciéndole a la cara al árbitro filho da puta y éste tragando.
    No hay más preguntas señoría.

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  2. Me asombra la unanimidad de la prensa para condenar el «caso Canales», igual que me asombra la unanimidad de la prensa en no decir nada de otros casos similares, por no nombrar el «caso Costa»

    Escribe una respuesta

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