Orgullosos de ser esclavos

Hace una semana salió a la luz el caso Negreira. Para el que aún no lo sepa, se trata de una serie de pagos que el FC Barcelona ha venido realizando durante años al que en su día fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, mientras este estaba en el cargo. La entidad culé encargó a Negreira una serie de informes sobre los árbitros de Primera División y abonó por ellos unas cantidades cuyo montante total ha superado holgadamente el millón de euros.

Es difícil catalogar los hechos como algo ilegal. Mas si cabe cuando no se tienen pruebas fehacientes de que esos pagos daban derecho a un trato de favor. El caso de Rubi y Geri, por el que se pasó de puntillas, sentó una jurisprudencia social a la hora de tratar estos temas. Nadie dijo nada entonces, cuando se supo que el máximo gestor del fútbol español ingresaba mas dinero si el resultado final del campeonato domestico era de una forma determinada. Nadie alzó la voz en aquel momento mientras un futbolista en activo asesoraba en el reparto económico de un torneo. Si todos callaron entonces, ¿Por qué hablar ahora?

A la hora de escribir estas líneas aún no ha salido ningún comunicado de ningún conjunto exigiendo explicaciones y solicitando una investigación formal que esclarezca los hechos. Es grave puesto que, de existir delito, y una posible descalificación del FC Barcelona, el Atlético de Madrid tendría dos Ligas más en su palmarés.

Ni en su día, con los tejemanejes de Geri y Rubi, ni hoy, con indicios de una posible adulteración de la competición, ha habido una voz mas alta que otra en el grueso de participantes de la Liga. Todos parecen asumir y estar conformes con su rol de comparsa. Todos parecen haber comprendido y acatado su lugar de atrezzo en una función en la que los focos solo deben apuntar a Madrid y Barcelona.

La Sociedad Anónima Deportiva que gestiona el Atlético de Madrid ve con buenos ojos seguir debajo de la mesa recogiendo las migajas que el duopolio vaya lanzando. Si de antemano renuncias a la pelea, no hay obligación de invertir en plantilla para mantenerte en ella ni de pagar primas en el caso de acabar levantando metal. Win-Win, de manual.

El crecimiento que cada verano se nos vende desde la zona noble del Metropolitano es nulo. El Atlético de Madrid a nivel deportivo importa poco. No hay interés por levantar trofeos y si por acoger cuantos mas eventos mejor en el estadio o por crecer en número de abonados y venta de entradas. Cada vez pienso mas en aquel estúpido eslogan que se sacó de la chistera Tebas: “No es fútbol, es la Liga.”

Foto: Getty Images

Autor: Marcos Martín

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