Nuestra vida es una mierda

Recuerdo una conversación, hace algunos años, en las que un tipo, de esos que van por la vida presumiendo de no gustarles el fútbol, me dijo que mi vida era una mierda. Así, tal cual. El motivo de esa contestación que me dió, con las mismas ínfulas de quién cree autoproclamarse descendiente de la nobleza solo por no disfrutar de este deporte, fue mi intención de hacerle ver que todos mis planes se decidían en función del horario y donde jugase el Atlético de Madrid esa semana. “Si eso es así, permíteme decirte que tienes una vida de mierda.” Certero. Directo. “Una vida de mierda.”

Tal vez no le falte razón. Tal vez, entre esos 2500 hinchas que en estos días marchamos a Oporto haya unos cuantos que no estemos pasando por nuestro mejor momento. Tal vez esa sea una de las razones por las que hoy estemos gastando dinero y días de vacaciones en recorrernos kilómetros para seguir viviendo. Tal vez por eso llevamos semanas dándole vueltas y tratando de salvar todos los obstáculos que han surgido en este viaje, pandemia mediante, y que quizá a otros les hubiesen hecho abandonar el plan inicial y quedarse a verlo desde el sofá de casa.

Puede ser que sí, que nuestra vida sea una jodida mierda. Que necesitemos de situaciones como estas que nos devuelvan la ilusión y nos den esa chispa de locura que todos los cuerdos se mueren por tener.  Entre las mil y una posibilidades que se pueden dar el martes está la de volver a casa con la derrota. Incluso con la eliminación de cualquier competición europea. Entra dentro de los cálculos de todo el que viaja el tener que soportar a los compañeros de oficina la mañana siguiente a la vuelta del puente. Morderse la lengua cuando el vecino del quinto te saque el tema del fútbol en el ascensor, consciente de que viajaste. Calarse hasta las entrañas y pillar un resfriado o ser tratado peor que a un delincuente solo por el mero hecho de animar a tu equipo. Todo eso y más, y aun así viajamos.

Aquel día soleado no supe que responder cuando el otro interlocutor soltó su sentencia. Tan solo atiné a sonreír y restarle importancia a lo que él había dicho. Es muy difícil explicar a alguien lo que significa un día de partido, una previa o un desplazamiento para muchos de nosotros. Es tremendamente complicado hacer ver a una persona que la consulta de tu psicólogo está en una grada. Que, en lugar de sentarte en un diván a contarle tus problemas a un especialista, decidiste pagar tu abono, comprarte una bufanda y cantar durante 90 minutos con otros locos con los que probablemente solo tengas una cosa en común, y con eso te vale.

En estos días beberé, compartiré anécdotas y risas. Haré confesiones y guardaré secretos. Apoyaré a los míos y notaré como ellos también lo harán conmigo. Formaré vínculos que solo el fútbol puede forjar. Celebraremos la vida y el hecho de que el Atlético de Madrid nos escogiese un día.

 Sí, nuestra vida es una mierda. Y mañana Dios dirá.

Autor: Marcos Martín

Comparte este contenido en
468 ad

1 Comentario

  1. ¡Aupa Atleti!

    Después de la tormenta siempre ha llegado la calma.

    ¡Aupa Atleti!

    Escribe una respuesta

Envia un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies