La semana pasada me quedé sorprendido al leer las palabras del presidente de la patronal de clubes europeos. El señor Agnelli enumeraba una serie de datos estadísticos que daban cuenta de la pérdida de público que sufría el fútbol. Sobre todo, gente joven. ¿A los jóvenes ya no nos gusta el fútbol? La solución que el mandatario ofrecía era aumentar, aún más, el calendario de partidos y, con ello, la oferta de fútbol en la televisión. Es decir, hay una persona que no quiere consumir cuatro tartas por semana, pero tú le vas a ofrecer seis, confiado de que así su apetito sea mayor. Una propuesta a la altura de los mejores comics de Ibáñez y que refleja el poco conocimiento que se tiene de los aficionados y el nulo interés que hay en ello.
Otro de los datos que el mandatario de la Juventus aporta para defender la necesidad de un cambio de formato es que el aficionado actual sigue más a un jugador que al propio club. ¿Quién se lo hubiese podido imaginar? Cuando en las secciones deportivas de cualquier medio actual se da más peso, y con ello tiempo, al nuevo corte de pelo de Cristiano Ronaldo o el emoticono que Messi ha publicado en Twitter antes que a comentar el partido próximo de dos equipos de mitad de tabla.
Los precios, cada vez más abusivos, que impiden a muchos padres de familia llevar a sus hijos al estadio, las mil y una trabas y el trato que muchos estadios de España tienen con las aficiones que se desplazan o los horarios que hacen cada vez más difícil compaginar la vida de hincha con la laboral, no tienen nada que ver para Agnelli. Tampoco hace mención alguna a la deriva actual de los clubes, que cada vez van virando más hacia el mundo empresarial. Descuidan su masa social y adaptan su mensaje, su indumentaria y, en muchos casos, hasta su escudo, para lanzarse a la aventura de transformarse en marcas comerciales. Perdiendo con ello ese poso de identidad y arraigo que más de uno niega que exista, pero es el pilar básico sobre el que se ha sustentado, se sustenta y se sustentará el deporte rey.
“El fútbol cada vez interesa menos a los jóvenes”, dice Agnelli. Y es curioso porque en estos días no he dejado de ver a chavales a los que les bastan cuatro chaquetas haciendo las veces de palo y un balón para disfrutar. O campos de regional, donde hay nulo beneficio económico, llenos. El fútbol interesa, el circo no.
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