Llevo 25 años cubriendo información relacionada con el fútbol profesional, por ello, aunque me costó bastantes años, analizo la mayoría de movimientos que tienen que ver con futbolistas desde la perspectiva de que esto es un negocio para los dueños y un trabajo para los jugadores. Ni idolatro a los que vienen, ni llamo ratas a los que se van; unos y otros, lo único que buscan es su bien personal, no hay sentimentalismos, salvo raras excepciones.
Pero si el fútbol es lo que es y mueve lo que mueve es por los sentimientos. Ningún deporte mueve el dinero del balompié y eso solo es gracias a la pasión de los seguidores. Sin sentimiento, no hay negocio y por ello hay líneas que no se deben rebasar, si no nos cargaremos la gallina de los huevos de oro antes o después. En este club hemos visto cómo nos han traído a Reyes, que pagó una penalización por irse al Madrid, cuando ya tenía un acuerdo firmado con el Atleti y ahora quieren traer a Morata que se mofó desde el balcón de la Puerta del Sol de nuestro dolor tras ganarnos una Final de la Champions.
Hay quien compara su caso con Juanfran o Filipe, otros como una manera de devolver lo de Courtois, incluso los que se apuntan al “dame pan y dime tonto”, es decir, que sí, que muy mal todo lo que hizo, pero si mete goles se lo perdono. Tengo muy claro que en los actores del fútbol profesional no hay valores, sólo manda el dinero, pero por desgracia los aficionados ya se han contagiado de ese fútbol moderno que tanto dicen rechazar y todo les vale si al final se levantan trofeos, “orgullosos de no ser como ellos”, decían. Allá cada uno con su manera de sentir, pero si el Chelsea fichó a Morata para sustituir a Costa y la cosa ha salido como hemos visto, no parece que aquí Morata sustituyendo a Costa sea una gran idea, por mucho que lo pida el Cholo, que también pidió a Raúl Jimenez y a Gaitán.
Foto: skysports.com
22 enero, 2019
El fútbol moderno ha revitalizado el concepto del «tonto feliz», es decir, aquel que se conforma con comer junto al millonario o aquel que le basta con imaginarse a su equipo levantando trofeos tal y como hacen los clubes millonarios que acaparan el negocio. El viejo sueño americano aplicado al fútbol, y válido tanto para aficionados como para directivos y jugadores.
Lo importante es el dinero, por encima de reivindicar una competición justa y en igualdad de condiciones.
El dinero ante todo, esta expresión se pone de manifiesto cuando equipos de categorías inferiores celebran eufóricos (con la ayuda mediática) el emparejamiento con equipos de superior nivel aún a sabiendas de un probable ridículo en forma de goleada o cuando te quitan una Final por un gol en fuera de juego y le das las gracias al árbitro porque no esperabas jugar nunca una Final de Champions.
Llega Morata, otro con afinidad merengue, se une a los Filipe, Juanfran, Griezmann, Adán y alguno que otro más, y de momento, van cuatro de cuatro en Champions.
Por lo menos llegamos a la Champions dirán los de la primera línea.