El Barcelona es imparable. Una auténtica máquina de ganar, golear, jugar bien a este fantástico deporte. Visto lo visto y con 6 puntos de ventaja, la Liga es más azulgrana que de cualquier otro color. Por ello quizá lo mejor sea economizar esfuerzos y apostar por la Liga de Campeones.
Simeone es ambicioso, competitivo y no va a tirar ni un solo punto en el campeonato doméstico. Es su ADN, lo que ha convertido al Atlético de Madrid en un equipo grande, temible en el cuerpo a cuerpo.
Soñar es gratis pero algunos jugadores reconocen en la intimidad de una charla tranquila que la falta de efectivos desde agosto en el frente ofensivo ha mermado las fuerzas de algunos jugadores que en enero han acusado el calendario cargado y la escasa confianza de Simeone en algunos jugadores.
‘Medias cansadas’, mente cansada, partidos que se escapan. Es así. Es el momento de reflexionar, oxigenar a Koke, Griezmann o Godín. Jugadores capitales que acumulan tantos minutos que seguro están influyendo negativamente en el desarrollo de los choques.
Es un problema. Un problema enorme. Hay que exprimir a los jugadores hasta cuando se pueda pero si no se puede, hay que parar. Es el momento de detener esa sensación de ahogo con el que el Atlético termina los compromisos. Ante el PSV Cocú lo tuvo claro. Pelota para el equipo colchonero y a correr. Y eso es peligroso, un guion que se repite una y otra vez.
Es como en los videojuegos. Cuando te queda poca barra de energía lo mejor es esconderse y esperar que de la nada aparezca uno de esos botiquines que te den energía para volver a la carga. Pues eso… parar para volver a arrancar.