Pocas cosas positivas puedieron extraerse del partido contra el Barcelona en Copa. A pesar de mostrar una mejor versión en la segunda mitad, el equipo no estuvo a la altura de las exigencias del encuentro. Condicionado por el golpe anímico de la Champions o por los tropiezos recientes en LaLiga, el Atlético de Madrid se mostró incapaz de plantar cara a su rival, algo sorprendente si se tiene en cuenta que ha sido el club que más dificultades le ha generado al conjunto de Hansi Flick esta temporada.
Sin embargo, hubo un jugador que sí dejó motivos para el orgullo: Marcos Llorente. Aunque su precisión no fue absoluta en algunos momentos, su esfuerzo y compromiso fueron incuestionables desde el primer minuto hasta el último.
Polivalencia inaudita
El madrileño comenzó el partido en la banda derecha, alternando entre un rol ofensivo en ataque y una función más defensiva como carrilero cuando el Barça tenía la posesión. Más tarde, pasó al centro del campo, donde su velocidad sería clave si el Atleti recuperaba el balón. Con la entrada de Nahuel Molina, el Cholo lo reubicó como defensor en una línea de tres centrales durante varios minutos, para luego acabar volcado en el ataque en los instantes finales del partido. Llorente pisó prácticamente todas las zonas del campo, corrió como el que más y se vació en cada acción. Volvió a hacerlo en el partido en el Pizjuán, donde arrancó en el medio y terminó en el lateral tras la infausta tarde de Nahuel.
Quizás no brille con un nivel de estrella mundial en ninguna de estas posiciones, pero siempre ofrece lo necesario para sostener al equipo. En el argot futbolístico se dice que “nunca te dará un sobresaliente, pero siempre te garantiza un notable”. Y eso es exactamente Marcos Llorente: un futbolista polivalente, constante, luchador, trabajador y con un físico privilegiado, capaz de esprintar en el minuto 85 como si disputara una final olímpica de 100 metros. Siempre seré fan de los futbolistas trabajadores, aquellos que, sin necesidad de destacar con goles o asistencias, son los verdaderos MVP.
