Los hijos del Atleti

En una de estas conversaciones absurdas del verano, iniciada por la conveniencia o no de agujerear las orejas de las niñas recién nacidas para poder colgarles los pendientes, un amigo, cuya opinión tengo siempre en alta estima, calificó de “manipulación” para condicionar las vidas de los hijos en eso que los atléticos tenemos muy a gala, el trasladar la pasión que sentimos a los vástagos como si fuera esa (y tal vez lo sea) la mejor y mayor herencia que pudiéramos transmitirles.

El caso es que más allá de la banalidad de la conversación, después estuve pensando y tratando de reflexionar si acaso mi amigo, antimadridista enfervorizado y por tanto hombre de buena cultura cuya opinión merece ser tenida en cuenta, no tuviera razón en lo que afirmaba. En un mundo ideal, uno debería criar a sus hijos manteniéndose al margen de decisiones, no condicionando sus acciones futuras, dejando que sea su personalidad quien defina su camino entre el libre albedrío. Todos los que tenemos hijos sabemos que esto es imposible, desde que apenas nacen y desde lo más trivial, estamos tomando decisiones por ellos y bien es cierto, lo hacemos con un buen fin, tratamos de prepararlos para que, cuando llegue el momento, sean ellos quienes hayan forjado los mecanismos que son necesarios para que sean sus decisiones y no las que los demás tomarán por ellos las que labren su camino. En medio de todo eso está el Atleti.

En mi caso particular, y en el de casi todos cuantos conozco, hemos tratado y tratamos de no dar opción a eso. Mi hijo mayor visitó por primera vez el Calderón a los siete meses, cuando todavía estaba en el vientre de su madre, desde entonces no ha faltado ninguna temporada de las exiguas ocho que lleva vividas. Lo mismo ha ocurrido con las niñas, que vinieron después. Se inscribieron en el club a la par que en el registro civil (si no antes en alguno de los casos), y por supuesto están creciendo rodeados de un pensamiento único a ese respecto. ¿Los estoy manipulando? ¿Estoy condicionando su pasión futura? Sí, tal vez visto desde un punto de vista externo pueda ser así, pero mi lectura a este respecto es un poco más compleja y voy a tratar de justificarla.

Un día, en una conferencia de Jostein Gaarder en Madrid, cuando yo todavía no tenía hijos, el filósofo noruego dijo una frase que a mí se me quedó grabada a fuego: “La cosa más importante que unos padres tienen que hacer con sus hijos después de darles de comer y vestirlos es darles de leer”. Aquella frase permanece en mí tal vez porque toca otra de las pasiones vitales con las que trato de “manipular y condicionar” a mis hijos, el amor por los libros. Como con el amor por el Atleti, no se trata de que yo quiera que ellos sean una copia mía, que tengan mis gustos, que hagan o piensen lo mismo que yo. Al fin y al cabo, después de darles de comer y vestirlos, ¿qué otra cosa puedo darles? En mi caso concreto, soy hombre de bastantes dudas, tengo pocas certezas a las que agarrarme. Tal vez todos los valores que yo puedo transmitirles, la mejor educación que yo puedo darles puede encontrarse ahí, en “mis libros” y en “mi Atleti”.

Otro día y en otro lugar tocará hablar de los libros pero hoy y aquí, toca el Atleti. Aunque vayamos a entrar en terreno pantanoso para algunos, es a esos a los que quiero explicarles. El Atlético de Madrid para los que lo sentimos dentro no es sólo un equipo de fútbol, es algo mucho más complejo. Ser del Atleti, sentirse del Atleti a mí me ha hecho especial desde que tenía ocho o diez años, la edad de mi hijo mayor ahora, y me metía a escuchar los partidos en el Simca 1000 de mi padre a cuatrocientos kilómetros del Calderón. Era una cuestión casi religiosa, algo que evidentemente un niño de ocho, diez o dieciséis años no puede explicarse. Con el tiempo uno gana años, experiencia, cultura, capacidad de pensamiento y yo me he preguntado muchas veces el porqué de esta irracionalidad. Pero no es en los porqués donde está la respuesta adecuada, porque el porqué a veces no significa nada, ni siquiera existe. Ser del Atleti es una distinción, no es algo que pueda permitirse un mero aficionado al fútbol, es sentirte partícipe de una comunidad que se agrupa en torno a unos valores y criterios muy difíciles de conjuntar y distinguir en la vida. Es ser un paria y estar orgulloso de serlo, ser el más débil y no rendirse ante el más fuerte, es entender la derrota y de esta forma saber valorar la victoria. Hay pocas cosas que se asemejan más a la vida real que el Atleti. El Atleti es a un tiempo la alegría más grande y la tristeza más dulce, el lugar donde quedarse y el refugio al que huir, siempre hay un Atleti con el que identificarse, es la línea de mi tiempo, la ruta marcada en el laberinto de mis pasiones. El hombre convive con una parte irracional, es inútil combatirla, sólo hay que conocer la historia y la filosofía para saberlo. Siempre me sentí afortunado de que los ecos de mi parte irracional retumben siempre en aquel oscuro y fulgurante túnel del Vicente Calderón, mientras el autobús se acercaba a lo lejos. Nunca pude heredar una pasión mayor y las pasiones son la parte más importante de un hombre.

Por todo ello, no trato de manipular a mis hijos, trato de que conozcan cuál es la mayor de mis pasiones, imposible ocultarla, trato de que aprendan los pocos valores que puedo ofrecerles en la vida: honestidad, esfuerzo, humildad, porque en el Atleti está todo eso, está mi pasión y están también mis valores. Y todo eso se hace cuerpo sobre un campo de césped con unos tipos millonarios tratando de dar patadas a un balón. Así de complejo es, aunque parezca banal.

Con suerte tal vez en el futuro sean ellos los que me lleven al Metropolitano y además de todo eso, de los valores, de los recuerdos, podamos compartir juntos unos minutos de esa pasión irracional. Manipulados, condicionados, tal vez sí, visto desde un punto de vista objetivo, racional y neutro, justo ese punto de vista desde el que es imposible explicar la vida, al menos la vida tal y como yo la concibo.

Foto: Rubén de la Fuente

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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8 Comentarios

  1. Plas, plas, plas. Me ha emocionado Jose Luis. Muchas gracias.
    Voy a volver a verlo y después expondré mis sentimientos.

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  2. A mí me hizo del Aleti, Pepe.
    Pepe era un niño con el que jugaba casi todos los días al futbol en San Antón, en la ciudad de Plasencia. Yo estaba estudiando Bachillerato.
    Un día me preguntó ¿Tú de qué equipo eres? Del Cacereño, le contesté.
    Y el me dijo, “no, no, ¿Qué si eres del Barcelona, del Real Madrid o del Bilbao”? Y le repetí “Del Cacereño”.
    Él me dijo después “Yo soy del Aleti” ¿Del Atletico de Bilbao o del de Madrid? Le pregunté.
    Y me soltó “ Del de Madrid, que es donde juega Adelardo”. “Es extremeño como nosotros”

    Por motivos de salud familiares, nos tuvimos que ir a Madrid y yo con trece años tuve que buscar trabajo.
    Fui a trabajar a un bar-restaurante de dos hermanos que había en la calle Doctor Federico Rubio y cuando me ¿contrató? el jefe de cocina, uno de los hermanos, me dijo ¿Tú de qué equipo eres? “Del Aleti”, le dije. Me miró y me dijo “Te quedas”.
    Estaba a menos de 500 metros del antiguo Metropolitano y siempre que podía me colaba, por la parte sin grada, a ver los entrenamientos.
    Madynabeitia, el calvo. Jones que era hijo de un embajador africano, Mendozaaaa, Ruiz Sosa, Griffa que siempre llevaba una bufanda alrededor del cuello, Rivilla, Ufarte, Adelardooo, con su descapotable rojo …..Y todos.

    Me enrolé en el Puerta Bonita y vino don Manuel Malbó a hablar con mi madre, “queremos hacerte una prueba en el Real Madrid”.
    Mi madre me dice “nos dan 300 pesetas al mes, las necesitamos” Le contesto a mi madre “Soy del Aleti, me iré por la noche a Legazpi a descargar camiones de fruta” “Ademas iré al Moscardó a que me haga una una prueba el Aleti”.
    La hice, no me quisieron.
    Muchas noches sobre las diez de la noche me iba a la carretera de Andalucia y cuando veía que llegaba un camión , le paraba. ¿Necesita alguien que le ayude a descargar?
    Me dediqué a ganar dinero trabajando y cuando después hice el servicio militar voluntario, me vine a Canarias.

    Conocí a una jovencita holandesa que era del Ajax y le dije, “las rayas del Aleti también son rojas y blancas”. Se hizo del Aleti…
    .. Y se lo tomó a pecho. Tanto que cuando bajamos a segunda, después de salir del cuarto de baño, donde sospecho que estuvo llorando, y solo eran las siete de la tarde, nos dijo a las niñas y a mí “Todos a la cama” ¿Sin cenar? Pregunté. “Las niñas comieron a las cinco y tú desayunaste fuerte”. Así que …a la cama.
    Nos fuimos de vacaciones y me dije “Vamos al Calderon” Nos hicimos socios los cuatro. “Es que ahora es cuando hay que estar” . Todos estábamos de acuerdo.
    Mis hijas se hicieron del Aleti. No sé si mi mujer y yo influenciamos. Quizás algo. Como cuando en vacaciones nos íbamos 10 días a Los Angeles de San Rafael al hotel a ver los entrenamientos de la pretemporada. No se podía molestar a los jugadores, norma de la madre. Salir por el lago en barca, hacer Sky acuático y ver los entrenos.
    Jesús Gil y su hermano Severiano siempre tuvieron una atención para mis hijas. Cuando mi hija Tara se proclamó por primera vez campeona de España de Optimit a su barco le había puesto el nombre de “ Aleti, tal y tal”.
    Un día, estando en segunda, le quise hacer una sorpresa a mi mujer. Se lo comenté al club y lo hicieron de forma espectacular.
    Las niñas ya son mujeres, tenemos un nieto. Tyler.
    Muchos me dicen “Pachi, será del Aleti, no? Y yo les contesto “Será lo que quiera” . En la familia nos hemos mezclado con los de “otros bandos”. Pero algo me dice que mi hija Tamara, la madre de Tyler, sabe cómo manejar el tema.

    Ya estoy rozando los 70 y estoy jubilado de los negocios. Están en buenas manos.La salud me permite algunas cosas.
    Ahora, algunos sábados o domingos cojo un avión y me voy a ver a mi equipo. A mi mujer le apetece menos el futbol, ahora es de su nieto y de los ….negocios.
    Aunque alguna vez nos vamos 3 días y ….siempre hay un partido del Aleti. Casualidades de la vida.

    Juego al golf todos los sábados contra doce madridistas y uno del Barca.
    Alguna vez en el año, voy a jugar con la camiseta del Aleti y muchos me preguntan ¿Qué celebras? A lo que les contesto “Que soy del Aleti”
    Me miran como si fuera un bicho raro.
    Y es que esta claro…..
    ….No saben lo que es ser del Aleeeeeeeeeti…!!!!!!

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      • Carlos, nos han «obligado» a ser así.
        Menos mal que tenemos paginas como estas donde podemos compartir sentimientos con total libertad.
        Un saludo.

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  3. El artículo es excelente y me dentifica mucho con él pero es que el comentario de Florencio es pura emocion,qué tío !! que gran Atlético

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    • Porporty, nosotros los colchoneros intentamos, siempre, dar emoción hasta cuándo animamos a nuestro equipo.
      Las maneras de Sabina dicen lo que realmente somos como aficionados de nuestro equipo.
      Por ello creo que tanto tú como yo somos grandes colchoneros.
      Lo de «Bajar y subir de las nubes» nos delata.
      Un saludo,

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  4. ¡ Grande Pacheco !
    A tu lado, un aficionado atlético es un mero aficionado.

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    • Antonio amigo,
      Nos vemos en un par de semanas en Madrid. Ya te llamo cuando vaya a llegar unos días antes,
      Una co-cola y una sin alcohol y un buen rato de charla nos espera¡¡¡
      Un abrazo.

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