En un club sin arraigo en la propiedad, dueños españoles que no son del Atleti, antes un chino y ahora un israelí, la responsabilidad de mantener los valores y un legado histórico recae en el vestuario. Este verano sufrimos el varapalo de la marcha de Gabi y Torres, las auténticas banderas del sentimiento atlético de este club, por lo que la responsabilidad de mantener la esencia recaía, junto al Cholo, en Saúl, Koke y un uruguayo, Diego Godín.
El club le agradeció la responsabilidad a Godin filtrando a su periodista de cabecera una renovación que no existió y que tuvimos que conocer por el biógrafo del charrúa. Rara manera de implicar a una persona clave en la historia reciente del club cuyo papel se tornaba más importante si cabe en la presente temporada. Godín no empezó bien el año, con errores de bulto en Mestalla y Balaidos. Muchos ya le querían jubilar, estaba demasiado viejo para ser el central titular de un equipo que aspira a ganar la Liga de Campeones.
El sábado el equipo estaba sin centrales, así que junto a un chico del filial, estando aún renqueante Godín dio un paso al frente para jugar y aguantó 70 minutos, en la carrera del segundo gol de Willians se volvió a romper, pero el equipo ya había hecho los 3 cambios y lejos de mirar egoístamente por su carrera y pensar que se iba a dejar la salud por un equipo que igual en junio le dice que se busque un futuro, y ya sabemos que no es lo mismo buscárselo sano que lesionado, el uruguayo se puso de delantero centro a intentar cazar alguna de cabeza.
Lo que pasó todos lo sabemos y fue tan espectacular como celebramos ese gol que es imposible describirlo con palabras. Sin ser de aquí, sin ser de la cantera, Godín es el mejor embajador de la continuación de un legado de pasión con 115 años de historia.
Foto: Rubén de la Fuente
13 noviembre, 2018
Madre mía. Tengo los pelos como escarpias y una llantina tremenda. con Godin a muerte