El Atlético de Madrid volvió a ganar. Cuando muchos estaban ya cortando la tela que el empate les proporcionaba para poder tapar sus vergüenzas, Luis Suarez sacó petróleo. El cuadro rojiblanco ha encontrado en el uruguayo al beduino ideal, capaz de descubrir oasis en mitad de un desierto, algo que no tenía el año pasado. No obstante, los titulares no reflejaron la apisonadora que está siendo el Atlético de Madrid en el torneo domestico este año. Tampoco dieron valoración alguna sobre como el equipo rojiblanco ya gana los partidos que se le ponen cuesta arriba por meros detalles, de equipo grande. Para nada. Las redacciones y los mal llamados expertos del periodismo deportivo patrio ponían el penalti en el centro de la polémica.
Da igual que Arbilla no protestase o que Mendilibar hablase de penalti tonto, ellos lo vieron mejor que tú. Y te lo explican. Tú calla y compra, que de esto no sabes.
A los inventores del término “jugada gris” y defensores de la interpretabilidad arbitral parece que el criterio de los trencillas ya no les sirve. El Atlético de Madrid, que lleva números de campeón, ha amañado esta liga. Suaréz, que se encontró veinte euros en mitad de la calle, ha atracado el Bellagio. Antes fue el relato que achacaba la gran temporada atlética al bajo nivel de los grandes. Cualquier excusa que minusvalore, o incluso desprecie, una victoria rojiblanca es válida y bienvenida en sus periódicos y tertulias. Pobre de quién lo compre y haga suyo ese discurso. Pobre de quien aún viva con ese complejito de inferioridad, que hace años se enterró y que aún muchos se empeñan en mantener vivo, para recibir un reconocimiento que no necesitan.
Por delante aún queda una, recién estrenada, segunda vuelta. Decenas de jornadas, miles de minutos y cientos de jugadas grises que, tal y como están haciendo funcionar la maquinaria, estarán más cerca del blanco que del negro. Todavía hay mucho comic por desvelar. Muchas tramas oscuras en las que no les extrañe que Simeone acabe convertido en el líder de un recién creado Estado Islámico rojiblanco, Trippier maneje una red extensa de apostadores internacional o Savic tenga vínculos con el alunizaje. Da igual, ellos son todo lo imaginativos que puedan, mientras el resto siga tragando. Ellos tienen el relato, nosotros los biberones.
Foto: Getty Images