Es costumbre entre mis allegados felicitarnos el año cuando va a dar comienzo la Liga pues bien es sabido que entre nosotros, y probablemente entre la mayoría de los que estén leyendo este artículo, el calendario rige de manera bien distinta. La vida se cuenta por temporadas y no por ese digital frío que tan poco tiene que decir. Así, hasta donde la memoria me alcanza y por no aburrir demasiado, los años que corren de este siglo, podríamos catalogarlos sin duda así
2000 – El año del descenso
2001 – El año del no ascenso
2002 – El año del regreso
2003 – El del centenario
2004 – El año de Manzano
2005 – El año de Ferrando
2006 – El año de Bianchi
2007 – El año que vino Agüero
2008 – El año que se fue Torres
2009 – El año de la Champions
2010 – El año de Hamburgo
2011 – El año de Quique
2012 – El año que vino el Cholo, el año de Bucarest
2013 – El año de la Copa en el Bernabéu
2014 – El año de la liga, también de Lisboa
2015 – El año de la Supercopa al Madrid, el año que volvió Torres
2016 – El año de Milán
¿Cuál será el año que ahora empieza?
17 agosto, 2016
A partir del 2014, todos los años deberían llevar el apellido «año de la vergüenza silenciada».
17 agosto, 2016
¿Por qué?
17 agosto, 2016
Por que los arbitrajes de Lisboa y de Milán los vieron en todo el mundo, excepto en España, y no me explico por qué nadie ha levantado la voz para pedir explicaciones por ellos, se ha hecho el silencio, un silencio cómplice que denota servilismo, tragando incluso con que se haya premiado al árbitro de Milán con la Final de la Eurocopa.
17 agosto, 2016
Pues sí, pero así funciona esto. Tal vez esa sea una guerra perdida. La esperanza es que por lo menos, ahora hemos encontrado otra vía para combatir. Y debemos seguir intentándolo.
17 agosto, 2016
Es verdad, asi funciona esto ahora más que nunca, pero todo tiene un límite y este se ha sobrepasado dos veces.
Ya me fui del Calderón (rompí mi abono) en el «Año de Quique» porque no soporté ver a mi equipo hincado de rodillas ante el poderoso, y ahora le veo con traje de mayordomo. Aqui me bajo.