Llegó el día. El Atlético de Madrid acude a Anfield con la intención de hacer historia. Ni complejos ni miedos, ya eliminamos al Liverpool en unas semifinales y ya va tocando repetir la gesta. Ese fue el partido que cambió nuestras vidas, en el que empezamos a mirar a la carita a los gigantes y ahora, que podemos echar al vigente campeón, puede ser que nos dé alas para ascender a un nuevo escalón: el de campeones de Europa.
Nadie daba un duro por Quique Sánchez Flores cuando acudimos en 2010 y tampoco lo dan por Simeone en 2020. El todopoderoso Liverpool hincó la rodilla ante la telaraña defensiva del argentino y deberán hacerlo muy bien para doblegar a los colchoneros. Es cierto que el fantasma de Turín está muy presente, pero los errores del pasado han hecho más fuerte a los veteranos del grupo, no tendremos a un tipo que pensaba en blaugrana y, por supuesto, Costa zarandeará a todo aquel que se duerma durante el partido.
El método debe ser el mismo que en el Metropolitano: tener solidez defensiva e intimidar en los contraataques. El Liverpool deberá arriesgar, y ahí, en ese vacío, es donde podemos aniquilar a los de Klopp con la precisión del último pase de Joao. Oblak, Felipe y Savic deberán estar mejor que nunca en defensa, las acciones de Trippier y Lodi son vitales. Con los laterales se taparán las subidas de Salah o Mané pero, además, nacerán los balones más peligrosos a la cabeza de Morata o la Pantera.
Por otro lado, Thomas, Koke y Saúl deben ser ese muro en la medular que solían liderar Gabi y Tiago por los campos del viejo continente. El Menino debe hacerse notar y dirigir a la orquesta a través de pases en profundidad y aperturas precisas a los laterales. Los delanteros, como siempre, deben meterla. Todos hubiésemos firmado acudir a Anfield con 1-0 a favor, ahora tenemos que disfrutar de lo que viene.
Hay partidos en los que sabes que la cosa va a acabar bien antes de jugarlos. No sé si es porque han pasado 10 años, porque llevamos el mismo resultado al partido de vuelta, porque vestiremos de negro o, simplemente, porque el corazón me dice que vamos a pasar. Todavía recuerdo a Forlán celebrando el gol, y sí, quiero ver al Cholo gritar por la banda de Anfield.