Es hoy. Por fin. Cuesta encontrar a alguien en el panorama rojiblanco que no lleve, al menos, una semana pensando en este partido. Es hoy. Lo notaran porque se despertarán sin necesidad de que ningún instrumento sonoro les avise de la hora. Lo sentirán porque desde primera hora del día tendrán el regusto metálico del cuchillo entre los dientes. Es hoy, el partido de la temporada.
Llegarán a la oficina con las pupilas dilatadas y se sentarán frente al jefe, que no sabrá si aumentarles la tarea del día o mandarles directamente a casa. Tararearán la canción de la gitana en más de una ocasión y mirarán el reloj a cada segundo, el tiempo en días como hoy pasa muy lento. Leerán a cada rato periódicos, redes sociales o grupos de WhatsApp, para saber si Griezmann al final juega -quién nos lo iba a decir a muchos hace tan poco tiempo-, aunque ya todos sepamos que no va a jugar. Rezarán a todos los santos habidos y por haber y repasarán la lista de cábalas y ritos, absurdos o serios, que recuerden haber hecho antes de cada fecha memorable. Los calzoncillos del Allianz, la camiseta de Anfield, lo que cenaron antes de Tallín… Es hoy.

El Atlético de Madrid se juega el pase a una nueva final, otra más con Simeone, que se dice pronto. Once años despues de que Koke pusiera su bandera en el centro del Bernabéu estamos a un paso de volver a estar en el partido más bonito del fútbol español. «Todo se resume a hoy» como decía aquella mítica de Al Pacino en Un Domingo Cualquiera que el cuerpo técnico de Quique Sánchez Flores utilizó para motivar en su día a nuestra plantilla.
Pasen los años que pasen, los logros, las finales, o los títulos, ojalá nunca perdamos lo que se siente en días como hoy.