Mi niñez “colchonera” comenzó viendo por televisión a Gabi luciendo el brazalete de capitán y levantando, junto a Antonio López, el trofeo de la Europa League en Bucarest. El primero me acompañó a lo largo de mi adolescencia hasta que se marchó a Qatar, pero al segundo le perdí de vista con su salida al Mallorca el año siguiente.
No obstante, me gustaría que mi memoria, y la de la gente de mi “década”, no olvidaran lo importante que fue Antonio López para el Atlético de Madrid. Un jugador que se crio en las categorías inferiores del club, que subió al primer equipo con 18 años en el infierno de segunda división allá por el año 2000 y, alternando con el filial, consiguió devolver al Atleti a la máxima categoría.
A pesar de ello, Antonio se marchó un par de años al Osasuna, donde pudo obtener el ritmo necesario para formar parte de la plantilla del Atleti de manera definitiva. Así fue como en 2005 terminaría haciéndose con un lugar importante en el club rojiblanco, disputando más de 30 partidos a lo largo de la temporada. Sus buenas estadísticas, tanto como goleador como asistente, le hizo ser un fijo para sus entrenadores durante los próximos años. Tanto fue su “boom”, que formó parte de la selección española que jugaría el mundial de 2006 en Alemania.
De 2007 hasta 2011, exceptuando la temporada 09-10, su ritmo de partidos comenzó a decaer, como era lógico, por la edad y por la llegada de nuevos jugadores que aumentaron el nivel de la plantilla. Aun así, mantuvo buenos números para un lateral izquierdo de aquella época, y disputó los 120 minutos de la final de la Europa League donde el Atlético de Madrid derrotó al Fulham por dos a uno, alzando el título en el cielo de Hamburgo. Al igual que lo hizo en la Supercopa de Europa tras derrotar al Inter de Milán en 2011, aunque en esta ocasión no gozó de minutos.
Finalmente, Antonio López también estuvo presente en la final de Bucarest donde, al igual que en Mónaco, no participó. A pesar de ello, Gabi no dudó en compartir el trofeo con su capitán y ambos ofrecieron el título a toda la afición del Atlético de Madrid. Esto sería lo último que Antonio haría por el club de su vida, pues posteriormente se marcharía al Mallorca, equipo que se enfrentará este sábado al Atleti, donde acabó su carrera.
Un capitán que merece ser recordado por todos pues, al igual que Gabi o Koke, demostró que un jugador de la casa puede convertirse, no solo en el portador del brazalete, sino en una auténtica leyenda del Atlético de Madrid para toda la afición. Honor.