La marcha de Godín es una tragedia más emocional que deportiva. Porque su adiós, disparatado y prematuro, arranca otro pedazo de identidad a un club que ya no se reconoce ante el espejo. Por tercer año consecutivo pierde a una leyenda, con la diferencia de que esta vez era evitable, porque Diego no se va, le invitan a marcharse. Le despiden de manera improcedente, contra su voluntad y merced a una política de renovaciones mezquina y pendenciera que simplifica futbolistas a productos con fecha de caducidad. Como si fuesen yogures. Y sin distinciones, por lo que se ve.
Porque Godín es uno de los pocos resquicios de sentimiento atlético que queda en esta plantilla. Y merece todos los privilegios. Un tipo que sufría en el campo como un hincha en la grada, que rechazó tentadoras ofertas en el apogeo de su carrera para quedarse en una casa donde jamás le prometieron nada, que se partió la mandíbula para ganar un balón dividido y arriesgó su salud en incontables ocasiones, además de anotar goles que valieron títulos. Su idilio con el Atleti ha dignificado a un club de fútbol que raras veces actúa como tal. Y su triste marcha es otra muestra más, abriendo una nueva herida en una hinchada tan magullada que ya no encuentra consuelo alguno.
Con la salida de Godín el Atleti derrama ADN -más todavía- en el peor momento, cuando se aventura la mayor renovación de vestuario en años, con lo poco que le motiva al Cholo integrar caras nuevas. No solo se pierde al central más completo que los millennials recuerdan, también a un capitán que honró el brazalete como pocos lo hicieron. La brecha en el campo es gorda pero reparable (dinero mediante), no así el vacío jerárquico en una plantilla que queda huérfana de carácter y liderazgo. Porque, no nos engañemos, ni Koke ni Saúl tienen el carisma y el temperamento de Godín. Y eso no se compra.
Es sintomático que Diego se marche del Atleti entre lágrimas. En estos tiempos que corren de fútbol moderno pocos jugadores se desnudan así ante las cámaras, sollozando un adiós doloroso e indeseado que evidencia un profundísimo sentimiento por la camiseta. Muchos aficionados podemos contar con los dedos de una mano los futbolistas que hemos visto despedirse con semejante amargura y desconsuelo. Por eso Diego, que aún no se ha marchado, ya está tardando en volver.
Foto: Rubén de la Fuente
10 mayo, 2019
Lo que yo creo.
A Godín no se le ha tratado como si fuera un yogurt caducado.
Godín había recibido una oferta, igual que la recibió Gabi. Y tengo por seguro que esa oferta es un seguro de vida para toda su familia. Ir a Italia significa pagar un 40 por ciento menos a la Hacienda italiana. Y eso es mucho dinero. Calculo que podemos estar hablando de casi cuatro millones más, por temporada. No solo es el contrato, son sueldos, primas y todo aquello que hay que declarar.
Doy por seguro que Godín ha expresado en esa rueda de prensa, sus verdaderos sentimientos. De eso nadie duda y por ello, creo que Simeone no ha presionado al club para que Godin continuara. Si Simeone le pide al club que renueven a Godín con el mismo contrato de mínimos que tiene Juanfran, el club lo hubiera hecho.
Yo, si tuviera poder de decisión, le hubiera recomendado que se fuera.
Ese contrato en Italia es una garantía y el club no puede igualarlo.
La política del club de renovar año a año a partir de los 30, a unos les puede parecer muy mala, pero es su empresa. También no es tan mala para el jugador, ya que pueden negociar contratos de una manera que al no pagar traspasos, sean mas beneficiosos para ellos.
13 mayo, 2019
¡Qué poca memoria tenemos! Criticamos a los ocupas por no impedir la marcha de Godín, pero el himnotismo que el Cholo ejerce sobre una gran parte de la afición atlética, nos hace olvidar que él invitó a Fernando a que se fuera, de manera diplonática y de lante de todos los medios.