El hombre que nos hizo felices

Era el momento de una vida, el retrato de una hazaña inimaginable. La historia del ‘Doblete’ fue el cuento de hadas con el que una generación entera de padres acostaba a sus hijos y los invitaba a soñar. Aquellos niños, como este humilde servidor, pedían siempre una vez más. Ese autobús dando la vuelta al Calderón, ese cabezazo de Simeone al Albacete, ese beso de Kiko, ese día en Neptuno con Vizcaíno… A ellos solo les quedaba recrear esa leyenda en su mente. Una y otra vez. La realidad no les invitaba a creer en ese Atleti campeón que sus mayores habían conocido alguna vez.

Pero ese Atleti existió. Y lo hizo gracias a un hombre: el ‘Rado’. Radomir Antić fue el nombre con el que muchos críos crecimos en la cabeza. La primera anécdota que recuerdo de él fue la historia del fichaje de Milinko Pantić. “¡Dijo que lo traía con su propio dinero!”, espetaba mi padre. Sin embargo, lo que más me fascinaba era el relato de aquella noche en Sevilla. El Atlético de Madrid había caído 3-0 en la final de Copa contra un apabullante Valencia y todo lo que se escuchaba en La Cartuja era “Radomir, te quiero”. A mi ingenua cabecita le costaba comprender que el gran reconocimiento a Antić fuera, paradójicamente, tras una derrota. Tuve que esperar a la final de Barcelona en 2010 para comprender que aquello era el Atleti.

Solo así se puede entender el dolor por la marcha de un tipo al que algunos apenas pudimos conocer. La epopeya de Antić inspiró a una generación entera de atléticos incrédulos. Elevó a la cima al que sería, años después, el continuador de su gesta. Dejó huella en los anales del balompié con su legendario rombo, con Molina de líbero y con un equipo que se recitaba de la misma manera que jugaba al fútbol: de memoria. Pero, sobre todo, el entrenador serbio regaló a millones de atléticos el que continúa siendo el mejor año de sus vidas. No hay derrota, descenso o marcha que pueda borrar eso de la memoria.

Con Antić se fue el último eslabón de la Santísima Trinidad rojiblanca, el hombre que completa el podio de entrenadores colchoneros. Algunos como Ricardo Zamora o Helenio Herrera cuentan con mejores cifras en su palmarés. Pero pocos, casi ninguno, tienen en el imaginario colectivo el reconocimiento del técnico de los Balcanes. Antić cogió a un equipo candidato al descenso y lo convirtió en un equipo campeón. Rescató al club de la vorágine del ‘gilismo’ y le dio un grado de estabilidad entre tanta tempestad. ‘Rado’ fue el oasis en un desierto que, después de él, se convertiría en más árido que nunca. Por todo ello, su sitio a la derecha de Luis en el Tercer Anfiteatro está garantizado. Desde allí, el eco de un grito seguirá retumbando en nuestros corazones. “Radomir, te quiero”. Un bratzo, míster. Hasta siempre.

Foto: Getty

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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