El hedor que desprende el fútbol patrio es verdaderamente insoportable. Estrangula el oxígeno de cualquiera. Durante años aceptamos como placebo que los árbitros son malos, un argumento tontorrón pero útil para justificar episodios de auténtica fantasía, como aquel penalti de James a Modric. Y vivimos acomodados en ese discurso estúpido. El desenlace llegó con el sistema VAR, un engranaje infalible de cámaras y pantallas capaz de capturar cada movimiento. Justo ahí murió el relato clásico del nivel arbitral.
Lo único cierto es que el VAR es una herramienta necesaria, válida y funcional. Toda tecnología es poca para un deporte que, cada vez más, elige a sus campeones por pequeños detalles. Incrédulos de nosotros, el uso del VAR en el fútbol no ha hecho más que confirmar las sospechas fundadas durante tantos años. Hay corrupción. Hay premeditación y alevosía. Hay un entramado mafioso secuestrando la pelota.
Entre tanta jarana arbitral el domingo pasó desapercibido un detalle gravísimo. Un suceso que no es opinable ni interpretable. Fue un hecho empírico: la sala VOR ocultó el plano más certero de la mano de Tchouameni cuando el árbitro de campo acudió al monitor a examinar la acción. La propia realización ya nos había mostrado a todos una imagen cercana, limpia e inequívoca de la jugada. Pero la encubrieron al responsable de tomar la decisión final. «No tenemos cámaras más potentes», le dijeron.

El interés del asunto no reside en el debate sobre la voluntariedad de la mano, discutible si quieren entre un puñado de imbéciles fanáticos -comentaristas incluidos-, sino en la omisión deliberada de Martínez Munuera desde la sala VOR. Consideró inapropiado mostrar el plano más limpio, ese que todo un país había visto hace solo unos instantes. Me ahorro mencionar el infame piscinazo de Mbappé arreglado en penalti en milésimas de segundo, el famoso «¡menos mal!» escuchado en la sala VOR o la reunión secreta del viernes entre el Real Madrid, Tebas y algunas figuras arbitrales como González Fuertes, Medina Cantalejo o el propio Hernández Hernández (¿?).
Tengo curiosidad por conocer el argumento de la RFEF para evitar la semifinal entre Real Madrid y Barcelona de la próxima Supercopa. Por reglamento, deben jugar. Imagino que improvisarán otro cambio de formato, al antojo de los intereses del régimen. Y lo peor de todo es que Atlético y Athletic aceptarán el juego de trileros y saldrán al campo.
No acierto a adivinar en qué momento hemos normalizado semejante estructura pandillera. Supongo que cuando te roban el bocadillo una y otra vez, día tras día, y nunca pasa nada, acabas asumiendo que es lo normal, algo razonable. Y terminas preguntando al matón si lo quiere de queso o mortadela. Una suerte de síndrome de Estocolmo.
Y aún pretendemos que el Cholo compita contra esto y gane títulos.
14 mayo, 2025
El colmo, quejarse de arbitrajes ajenos. Es el colmo.
Así, con esta mentalidad tan cicatera, nos luce el pelo.
Si buscamos honestidad, no miremos fútbol y sí dediquėmonos a alguna ONG. Si buscamos lógica, dejemos de ver fútbol y nos dedicamos mejor a las matemáticas.
El fútbol es lo que es, ejercer poder y ser un sinsentido mayormente injusto. Por eso nos gusta. Que esto no es nuevo.
Pensemos más en cómo ganar al Madrid como Dios manda (ejemplo: barsa) y dejar de dorar la píldora al cholo, que anda acabado ya.
Aúpa atleti
14 mayo, 2025
Artículo certero y poniendo el dedo en la llaga. Enhorabuena.
El fútbol profesional actual es como jugar a las cartas en mi casa.
Las reglas del juego están escritas, pero las reglas las impongo yo.
Ante semejante afirmación, ¿quién en su sano juicio vendría a mi casa a jugar a las cartas?.
La respuesta es que siempre hay personas dispuestas a venir, porque además de jugar a las cartas, tengo siempre unas cuantas cervezas frías para repartir, viandas de lujo para tapizar las paredes del estómago y buena música para disfrutar.
Las risas están garantizadas, pero de cada 10 partidas que juguemos, yo gano 8 porque estamos en mi casa, porque yo impongo las reglas.
De la misma manera que mis invitados se alegran enormemente cuando alguno consigue ganarme una partida en mi casa, en la Liga, cuando el Atleti aprovecha un mal momento del realmadrí y del Barça y rasca un título, la emoción y la alegría se desbordan. Pero de 10 Ligas, el Atleti gana como mucho una porque las reglas las impone otro.
El caso de las cámaras del pasado clásico, no es el primero. Ya lo padecimos en las Finales de Lisboa y de Milán, dónde las imágenes conflictivas que perjudicaban al merengue, aparecían con una asombrosa falta de nitidez, a pesar de contar con más de 50 cámaras HD. Veánse las imágenes de la patada a Carrasco, de las manos de Ramos o del codazo de Bale, por citar algunas.
«Show must go on», el que quiera que se una a él, bien sea por las cervezas, por los amigos, por las risas, etc. pero las reglas del juego las impone otro.
25 mayo, 2025
Llorar y llorar y no parar de llorar…
El día que os hagáis grandes, podréis conseguir lo que otros han conseguido: derrotar al mejor club de fútbol de la historia. Pero para eso, hay que dejar de envidiar al vecino y trabajar. Y si fueseis listos, denunciaríais al Negreirato y dejaríais de ser el filial del equipo de Sánchez y Puigdemont.