12 de diciembre
Pésimo partido en Villareal. Lo peor no es que te metan uno o dos goles por errores clamoroso, sino que sepas que como eso mismo ocurra va a ser casi imposible que iguales. Y ésa sensación es la que transmite un equipo triste, que, me temo, es lo que hoy hemos sido. Y esa tristeza me preocupa más que cualquier táctica. Ser un castillo de naipes hace que todos se caigan con un soplido, por más que los naipes sólo contengan ases y reyes.
13 de diciembre
Mala noticia lo de Oblak. Muy mala. En cualquier caso tengan todos por seguro que el Atleti jugará con un portero el próximo sábado. Lees las noticias y parece que no, que el Cholo va a dejar la portería vacía. Fuera de bromas, ojalá vuelva pronto el esloveno. Quiero a tíos como él en mi equipo. A las buenas y a las menos buenas.
15 de diciembre
Dado que, por increíble que parezca, los que desean la marcha de Simeone aún no me han convencido con alguna solución mágica alternativa que nos saque de este “terrible estado de descomposición deportiva”, me parece que voy a seguir confiando en el Cholo. Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras, pero desde luego, experimentos sobre un folio en blanco sí que sé que no garantizan nada. Y por cierto, el entrenador no juega. Insisto. Hay muchos jugadores claves en un pésimo estado de confianza. Su misión es hacer que se recuperen, pero insisto en que él no da pases ni marca goles.
16 de diciembre
Conclusión. El vídeo aplicado al fútbol para resolver jugadas confusas es malo para el fútbol. Claro. Tú imagina que en una final de Champions hay un gol en fuera de juego, llega un gilipollas con un vídeo, lo anula y luego ese equipo no marca más goles y no gana. Un peligro para todos. Sin duda.
17 de diciembre
Existen una serie de jugadas en las que la aplicación automática de la tecnología, y no hablo de un tío viendo una tele en un cuarto oscuro y repitiendo la jugada, sino programas informáticos que podrían dar un juicio inmediato a numerosas acciones y eventos: saber si el balón sobrepasa la línea de gol, de fondo y de banda; saber si el balón golpea antes en la mano que en el cuerpo o viceversa; saber si un saque de banda o un corner es hacia un lado u otro; saber si una falta es dentro o fuera del área y sobre todo saber si hay fuera de juego o no. Sólo con esas innovaciones que son posibles a día de hoy, la justicia en los partidos se multiplicaría. Luego está lo de la voluntariedad de la mano, si la zancadilla o el agarrón han sido «de suficiente entidad» y cosas de ésas (francamente manipulables) que va a ser más difícil arreglar. Incluso cuando el defensor toca antes el balón, dependiendo de la fuerza de la entrada, a veces se pita falta y a veces no. Con las tarjetas son tres cuartos de lo mismo. Lo que le dé la gana al árbitro. Recuerdo un partido del Atleti en Almería en el que el jugador Soriano hizo diez faltas y no tuvo ni tarjeta amarilla, habiendo jugadores que la recibieron a la primera. Ahí es difícil, pero hay muchos aspectos que ahora son interpretables y que la tecnología podría convertir en indiscutibles. Y eso no es quitar autoridad al árbitro. Eso es reforzar la veracidad de sus actos y reducir notablemente su margen de error. ¿De verdad que estaríamos quitando la esencia al fútbol?
Foto: clubatleticodemadrid.com
17 diciembre, 2016
Para acallar esas voces que reclaman justicia arbitral para todos, se sacan de la manga este paripé del video.
Y digo paripé porque tras las pantallas de los videos estarán el Megía Dávila, el Daudén Ibañez, el Kuipers y el Clattenburg de turno.