Domingo de carnaval. El invierno se disfraza de primavera a orillas del Manzanares. Y el horario de las 16:15 se pone el traje de las grandes tardes para recibir al Barça que nos eliminó en Copa porque, aunque nosotros pusimos el fútbol, ellos marcaron más goles.
Veníamos de Alemania, de meterle cuatro al Bayer en Leverkusen. Podrían haber sido siete. Ellos nos metieron dos con un solo tiro a puerta. El otro nos lo colamos en propia meta. Y a pesar del buen resultado, acabamos cabreados. Esta tarde, a pesar de los rebotes, las carambolas y el tocabolas de Mateu, acabamos torrados por el sol, pensando en los carnavales y aplaudiendo a nuestro equipo derrotado. Que en este tiempo lo que parece no es y lo que es no lo parece.
La sociedad anónima deportiva sacaba pecho antes del encuentro anunciando a bombo y platillo que habíamos llegado a 100.000 socios. Y los clientes que abarrotábamos el estadio (abonados, simpatizantes y peñistas con el corazón secuestrado por el sentimiento rojiblanco) respondíamos con pitos y palmas el panegírico sobre el crecimiento y la gestión de la empresa futbolística que seguimos queriendo como si fuera nuestro club. No hay más ciego que el que no quiere ver. A todo esto echa a rodar el balón y los del Frente Atlético comienzan sus 19 minutos y 03 segundos de huelga de animación en protesta por el cambio de escudo y porque, al parecer, no se han dado cuenta hasta ahora de que en 1992 nos robaron el Atleti. El resto del campo animó al equipo que jugó la primera parte acorralando al Barça en la portería del fondo norte. Sin gol. Con exceso de pase corto dentro del área. Con el uy instalado en la grada pero con una evidente y prolongada racha de pólvora mojada. Eché de menos a Torres desgastando y desbordando la lentitud de los tres centrales blaugranas. En su lugar salió Gameiro que no estuvo tan acertado. Lo de Mateu es para hacérselo mirar. Los árbitros que se convierten en estrellas solo perjudican el espectáculo.
En la segunda parte Mateu siguió a lo suyo, a confundir a futbolistas y profesionales con su peculiar, caprichoso y arbitrario modo de aplicar el reglamento. Todos desquiciados. El Barça marcó en una carambola dentro de un barullo dentro del área que el Atleti no supo defender. Luego Godín peinó en su regreso un balón de terciopelo colocado por la mejor versión de Koke a balón parado. El empate nos sabía a poco. Todo el estadio animaba a una mientras Mateu y el saltimbanqui de Neymar se empeñaban en celebrar sobre el césped su particular carnaval. Otro error en El área de Oblak, otro rebote y segundo gol de carambola. No merecimos perder. Como poco, empatar. Al Barça no a le puede perdonar tanto. Tienen a Messi. Y disfrazado de árbitro también tuvieron a Mateu.
Ahora a ponerse las pilas. A no perder la cabeza en Liga y a no confiarse en la vuelta de Champions. La veré en Honduras. Pero antes hay que jugar el jueves en A Coruña y el domingo (otra vez a las 16:15) contra el Valencia; y los dos están muy necesitados.
Vamos, Atleti, vamos.