El cántico de un niño en Copenhague

Esta mañana amaneció nublado en Copenhague. Ninguna novedad. Da igual que sea mayo, febrero o septiembre, de toda la paleta de colores de los que se puede vestir el cielo, esta ciudad suele escoger los grises. Por eso los daneses han inventado una palabra que es un concepto de vida, “hygge”. Explicar el “hygge” no es tan complicado: son velas encendidas, chimeneas crepitantes, una copa de vino, mantas de cachemira, madera, el olor de un bizcocho en el horno… Es esa manera de disfrutar de la vida con cosas sencillas, cuidando la armonía en el interior de las casas cuando la calle invita poco a salir.

Domingo por la mañana en un Copenhague a punto de llover. Salgo al jardín porque, recién terminado agosto, el ‘hygge’ es mejor dejarlo para el duro invierno y, hasta que no lleguen la nieve y las temperaturas bajo cero, todavía se puede tomar un café al aire libre. Por la calle se escucha a un pequeño que va cantando. Al principio no me creo lo que oigo. Algo como un “ole, ole…”. “Estoy obsesionada con el Atleti”, pienso. Pero, caramba, el niño sigue con su canción “…ole, ole, ole, Cholo Simeone”. Ahí casi me atraganto con el café mientras el niño continúa con su vocecita infantil y su lengua de trapo, ahora con “Ateti, ateti”, hasta que se aleja. Recién levantada, en pijama, ha faltado poco para salir a la calle, correr al encuentro de ese peque y cantar con él, el “ole, ole, ole, Cholo Simeone” o cualquier otra canción que se nos hubiera ocurrido.

Para los que vivimos lejos de la familia, de los amigos, de las tapas y las cañas en las terrazas, los que además somos atléticos y echamos de menos las tardes de fútbol en el Calderón más que las croquetas de nuestra abuela, a veces nos emocionamos con detalles que muchos de vosotros ya pasáis por alto a fuerza de vivirlos. A tanta distancia de casa, saber que, a unos metros de ti, hay alguien que ha escogido las rayas rojblancas, a pesar de que la machaconería mediática solo ofrece una bifurcación con dos caminos y ninguno conduce al Manzanares, hace que un día lluvioso y gris estalle en mil colores.

¿Cómo os voy a explicar a vosotros lo que es ser del Atleti? ¿Cómo describir esa complicidad que sientes cuando alguien te dice “Soy del Atleti” o cuando ves una camiseta rojiblanca donde menos te lo esperas? Lo que sí es cierto es que, después de años muy duros, en los que solo una fe incorruptible nos ha mantenido fieles, hoy, más que nunca los atléticos hemos recuperado el orgullo y la alegría de lucir la rojiblanca. Los niños siempre dicen la verdad, en Madrid, en China o en Copenhague. Y esa verdad solo tiene un nombre: “Ole, Ole, Ole, Cholo Simeone”. Gracias, Cholo, por dejar que el cielo de Dinamarca se ilumine con una sencilla canción.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

Autor: Carmen Calvo

Periodista y filóloga. Nunca pregunté a mi padre por qué soy del Atleti. Llevo 20 años On Tour: Hong Kong, Ginebra, Singapur, Copenhague.

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1 Comentario

  1. Claro que sí, estimada atlética; a pesar del desprecio que sufrimos en nuestro país por gran parte de la prensa carroñera, en cualquier parte del mundo, cuando menos te lo esperas, aparece un atlético, joven o mayor que cuando estás lejos, te pone la piel de gallina y los pelos de punta.

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