Bullying arbitral

Dicen que no hay respuesta más cruel que el silencio. Debe ser cierto. Por eso al aficionado rojiblanco le cuesta cada vez más gestionar la rabia cuando su equipo sufre un atropello arbitral. Vamos, muy a menudo. Porque hace años que en el seno del club se acordó -por consigna del Cholo, entiendo- no pronunciarse sobre los árbitros. Así, como solución a los repetidos perjuicios se eligió el silencio. Tiempo después el resultado no puede ser más catastrófico.

El Atlético de Madrid es uno de los clubes menos respetados en España y Europa. En 3 de los 8 partidos oficiales disputados esta temporada ha sufrido injusticias arbitrales flagrantes: Real Sociedad, Leverkusen y Real Madrid. Errores manifiestos que no ofrecen margen para el debate. Jugadas decisivas en Anoeta y Alemania que debieron ser revisadas y rectificadas en el VAR. Pero no. Total, el Atleti no tiene todo un aparato mediático a su servicio para sonrojar al estamento arbitral ni sus futbolistas van a reclamar lo que les pertenece. Así de triste y real.

Las tropelías se suceden año tras año sin que nadie en el club se pronuncie. La afición siente hastío ante semejante abandono institucional, una sensación de desamparo que ya se ha convertido en resignación. Está huérfana. No espera nada de nadie. Ni del dúo prescrito, cuya única inquietud es seguir escalando en la Forbes; ni del entrenador, absolutamente entregado a ese mutismo que nadie comprende; ni de los capitanes. Nada. El más absoluto vacío. Solo en una ocasión habló un tipo que, más allá de las filas rojiblancas, nadie identificaría al cruzárselo en el ascensor: Tomás Reñones. Vamos, ir a la guerra con una espada de madera.

Llegados a este punto de acoso arbitral, la actitud del club es indecente. Como lo es que el Mallorca, el Rayo, el Cádiz o el Elche parezcan los locales cuando visitan el Metropolitano. O haber sido el equipo con menos faltas cometidas y más tarjetas recibidas. El hostigamiento de los trencillas roza lo fóbico con el Atlético de Madrid. Por eso es necesario poner fin a un escarnio cada vez más tangible. Hablen. Denuncien. Protejan al equipo. Aunque haya sanciones, multas y castigos. Las humillaciones arbitrales deben cesar ya.

Foto: Getty Image

Autor: Dani Sanabria

Periodista de Mundo Deportivo. Social Media Manager. Especialista en running y trail running.

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2 Comentarios

  1. Este artículo se puede aplicar a casi cualquier temporada desde los años 70. Si exceptuamos la primera década del siglo XXI, donde el Atleti era un equipo cuyo objetivo era evitar el descenso, la persecución arbitral ha aparecido en cuanto ha existido la posibilidad de hacer algo importante.

    Tuvo su máxima expresión en las dos finales de Champions, cuyas actuaciones arbitrales han sido sepultadas por la Caverna y olvidadas por buena parte de la afición.

    Esta persecución arbitral contrasta con la sucesión de ayudas y favores arbitrales al real madrí desde la década de los 50, recientemente, algunos de esos favores van más allá de lo escandaloso, como las eliminatorias de Champions frente a PSG o Bayern o aquellos 11 partidos a puerta cerrada de la pandemia donde le regalaron literalmente la Liga.

    El problema no es tanto el guardar silencio por las actuaciones arbitrales, sino ser el vecino de quien dirige el negocio.

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  2. Y mientras tanto tenemos a nuestro CEO como vicepresidente de la Liga y miembro de la ejecutiva de la ECA , y Cerezo con un puesto en la ejecutiva de la RFEF que es de quién dependen los árbitros. No quiero que nos regalen nada ni que vayamos dopados como el trampas y el palancas pero no veo que nuestros dirigentes defiendan nuestros intereses salvo los suyos propios

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