Tal vez sea el momento de rescatar aquella anécdota de 2021 en la que, cuando todos empezaron a dudar, cuando se había perdido la ventaja, cuando los problemas acuciaban, Simeone decidió que había que saludarse cada mañana diciendo buen día, “voy a salir campeón”. Es una metáfora vital, una manera de decirnos que podemos conseguirlo, que vamos a lograrlo, que nadie va a apartarnos del camino, aunque ahora parezca que sí.
El Atleti afronta el tramo decisivo de la temporada sumido en cavilaciones. Ha pasado de ser el equipo más goleador de Europa a disparar cuarenta y tantas veces sin acierto en los dos últimos partidos; su principal goleador, lesionado, el facilitador mayor del gol, Antoine, con la sensación de que la carga de partidos ha hecho por fin mella en él. Memphis y Correa son buenos jugadores, pero en los que nadie termina de confiar para ondear la bandera de nueve de un equipo campeón. En la defensa, frente al Athletic, falló el que nunca falla. La ausencia intermitente de Giménez, que debiera ser el líder, deja una zona desconocida, una sangría de goles que hace sonrojar a Oblak, que lo aleja de aquel trofeo Zamora que una vez pensamos que le darían en propiedad. Se calló el fortín del Metropolitano. Las derrotas se acumulan.

El calendario ha sido cruel y duro, y esto antes era una suerte de azar, pero ahora viene dirigido. Dirigido para unos, claro, y donde otros solo pueden conformarse, apencar con él y ojo, no quejarse demasiado, bajo la sospecha de ser juzgados como llorones. Pero la realidad es que el mes de febrero del Atleti es demencial, de un nivel de exigencia impropio. Champions, Copa y Liga, descansos asimétricos con los rivales que al final terminan decidiendo un partido porque estos partidos de altísimo nivel acaban definiéndose por pequeños detalles, donde la frescura de piernas y de cabeza resulta decisiva. Y en esos cuatro detalles está la temporada.
Frente a todo eso, sólo queda creer, confiar, y quienes primero tienen que hacerlo son aquellos que tienen las piernas cansadas, la mente exhausta aún en el mes de febrero. Es el momento de que todos comiencen a saludarse con aquella frase de dos mil veintiuno, que no abandonen la idea que tuvieron, sin duda, en muchos momentos desde que arrancó esta temporada, que no olviden esas sensaciones de que este equipo estaba para algo grande, por más que ahora estén viniendo mal dadas. Es hora de dar los buenos días con la frase mágica: voy a salir campeón.
13 febrero, 2024
» se cayó el fortín» estimado Pineda, que el mejor escribano echa un borrón, pues no creo que quisieras decir que el estadio enmudeció. Si además de editar tu artículo, borras este párrafo, perfecto.
Yo tengo mucha ilusión y fe en la Copa, pero como buen Atlético, cada día alterno momentos de enorme confianza con otros de gran desazón. Y ésta no la provoca el nivel del rival sino el poco éxito en remontadas de nuestra historia. No basta con hacerlo solo bien, hay que tener suerte y confianza también. La primera, mejor que no influya mucho, y la segunda, se demuestra andando, con hechos y actitud. Y si a alguno le ayudan los mantras, pues adelante.