Basta de policías vikingos en el Metropolitano

Se supone que el alcalde de Madrid es del Atleti, pero sus discípulos, los policías municipales de la capital se ceban con los hinchas atléticos. No hay partido que no llegue al paso de cebra de la salida posterior del metro y cuando algún coche se para a dejar a algún aficionado, 2 segundos, multa.

No hay señal que indique no se puede parar, en ningún caso el agente advierte de que ahí no se puede parar, en cuanto una persona se baja con algún distintivo atlético, el agente saca la libreta, apunta la matricula y sanción para el colchonero de turno. Ni molesta al tráfico, ni a los viandantes, es una parada de dos segundos, pero el atlético se va con la multa a casa. Dudo bastante que en la Castellana hagan lo mismo.

De la misma forma ocurre en la vuelta tras el partido, todos los coches que están mínimamente mal aparcados, aunque no molesten, tienen la recetita en el parabrisas. Señor Almeida que sepa usted que ha perdido un votante para las próximas elecciones por el acoso y derribo que sufrimos los atléticos por parte de sus agentes.

Autor: Dario Leiva

Periodista. Colchonero de corazón. Si se cree, y se trabaja, se puede.

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1 Comentario

  1. Durante años, a la salida del Vicente Calderón tras cada partido, la subida por el paseo de los melancólicos se convertía en una peligrosa aventura con cientos de personas sorteando los coches que circulaban en sentido contrario, algunas veces a gran velocidad, y donde no faltaba nunca algún altercado o algún conductor increpado.

    Mientras tanto los merengues, a las salidas, disfrutaban caminando por una amplia calle concha espina cortada al tráfico durante varias horas.

    Era otra época, pero las cosas siguen igual porque la ciudad pertenece a un equipo.

    Ahora, del lacayo de don Vito Florentone poco se puede esperar, salvo hacer el ridículo y dejar en evidencia a la afición cada vez que le entrega una copa a los merengues.

    Pero no pasa nada, otros muchos le votarán, pese a lo que haga o lo que diga porque para mandar y ordenar ya lo hace su amo.

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