Escrito Por Pike Bishop on Abr 15, 2021 | 5 Comentarios

Aquí hemos venido a jugar. Por más nostálgicos que haya de los años con Bianchi, Manzano o Ferrando, cuando llegaba enero y Liga y Copa estaban finiquitadas y la cabeza sólo se ocupaba ya de la tarjeta de crédito, el trabajo y otras cosas sin importancia. Aquí hemos venido a vivir momentos como éste, al filo del abismo, hemos venido a jugar. El fútbol es atractivo cuando no hay certezas y afrontas el fin de semana con la mezcla de ilusión, temor e incertidumbre, que dejará paso al alivio, la euforia o el enfado. Los que echan de menos los tranquilos años tristes, son los que prefieren esos matrimonios en que se cena a las ocho, se folla cada tres viernes y nadie regresa nunca borracho a casa. La vida y el fútbol necesitan vaivenes, altibajos, las sacudidas que te sacan de esa monotonía en que lo más interesante de la semana, es que tu pareja se haya dejado la tapa del wáter levantada.

Es el miedo al fracaso lo que impide disfrutar de este instante. Vale la pena ilusionarse con el Atleti, dejarse llevar y correr el riesgo de la decepción, igual que es conveniente exponerse al amor o apostar en la ruleta, sin temor al fracaso. Nos pesa una época en la que lo hemos abaratado tanto, que hasta se considera un fracasado a Simeone si no gana la Liga o la Champions. Lo paradójico es que ese es el mayor éxito del Cholo, que se le exija ganar estos títulos y tener al Atleti instalado en la élite, año tras año, con presupuestos sensiblemente inferiores. Para los que ya consideramos un éxito encontrar abierto el último bar de madrugada, nos da vértigo semejante nivel de exigencia. Asumimos que la vida está llena de sinsabores y que son imprescindibles para degustar los éxitos, igual que los mejores polvos son los que siguen a una gran bronca. Incluso es recomendable una riña de pareja de vez en cuando, para firmar luego bajo las sábanas los Acuerdos de Paz de Belfast.

Los miedos y las dudas atraen la búsqueda de culpables. Es fácil encontrar señalados, basta con sacar los rencores de guardia y tener poca memoria. Estos días le ha tocado a Correa. El argentino tiene aspecto de pandillero, unas cejas donde podrían ocultarse las FARC y la sonrisa franca de los tipos que dan más de lo que tienen. Ahora se pone el foco más en el gol del que adolece que en todo lo que genera. Juega en contra de Angelito que no es uno de esos futbolistas constantes y predecibles, de los que siempre tienes claro que esperar. Con él nunca sabes si la noche puede terminar en el cielo, en el infierno o en una comisaría. Pero, ante la duda, hay que optar igual que cuando el dilema es entre una mujer que te garantice un matrimonio de pasante u otra con la incertidumbre de si te aguarda una noche loca de hotel o una cita en el Juzgado: hay que recordar que, aquí hemos venido a jugar.

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