Victoria en campo ‘maldito’ (0-1)

A veces la vida transcurre por los mismos caminos de manera cíclica, parece que no hay avance, que son los mismos lugares, las mismas personas incluso, el mismo estado de las cosas, como si el tiempo estuviese detenido o lo que es peor, como si el tiempo estuviese pasando en balde. Pero no es sino una sensación, realmente nada pasa el vano, ni el tiempo ni la vida, ni nada es igual que antes, aunque lo parezca. Butarque era el escenario de esa ficción recurrente. El Leganés, el mismo equipo incómodo de siempre, el Atleti, el mismo equipo complicado a sí mismo cuando se le entrega el setenta por ciento de la posesión, el resultado exiguo, el empate sobrevolando el cielo de Madrid hasta que llegó el gol de Vitolo tras una nueva jugada de Joao, el niño prodigio que aparece poco pero cuando lo hace es de una forma determinante, y se superpuso otra ficción fabulosa, la del unocerismo, la del equipo replegado para defender el gol como quien defiende a un hermano, la solidez, la portería a cero, los tres puntos de cada día con el arpegio de violines al fondo.

El Atleti empezó mandón y en los primeros cinco minutos ya podría haber desnivelado el marcador y haber inaugurado un nuevo partido en una combinación de trigonometría entre Lemar, Koke y Morata al primer toque que terminó con el disparo de interior del nueve lamiendo la cepa del palo de Soriano. Durante toda la primera mitad, el Atleti jugó en campo del Leganés, que entregó la posesión y se dedicó a defenderse. Simeone había formado con defensa de tres centrales y casi todo el juego volcó a la derecha, merced a un omnipresente Koke, que catalizaba todo el juego ofensivo del Atleti y, sobre todo, a un incisivo Trippier, que hacía de su banda el principal carril de entrada hacia donde habitaba el peligro. Por ahí vino otra internada en el área servida por el inglés a Koke, cuyo centro no encontró rematador a medio camino entre Joao y Morata. De nuevo Trippier, antes del descanso, sirvió otro pase de larga distancia para que Morata errase un mano a mano, aunque en desventaja, con el cancerbero blanquiazul.

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Morata estuvo muy trabajador pero desacertado. Foto: Rubén de la Fuente

En la segunda mitad el Leganés salió de la cueva y consiguió desordenar el partido. El Atleti perdió el tempo y dejó de ser el equipo sólido de la primera mitad. Hubo un correcalles en el que Oblak tuvo que aparecer en un par de ocasiones. También una cruceta extraña y Simeone movió el banquillo. Entraron Llorente y Vitolo para intentar calmar las aguas y por ahí vino el gol, que dio una dimensión nueva al cuarto de hora que restaba. El Atleti dio el paso atrás y pudo matar en una contra en la que Morata pecó de egoísmo y de falta de acierto y eso abrió la puerta a los últimos minutos agónicos. El Leganés fue con la pelota parada, a la desesperada, incluso con el portero en liza y el Atleti resistió, como en los viejos tiempos. Con Felipe dentro del campo para repeler las pelotas colgadas por los de Pellegrino los de Simeone apuraron los minutos de descuento para sumar tres puntos de un campo maldito que aportan aplomo y tranquilidad al nuevo proyecto.

Fotos: Rubén de la Fuente

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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