Victoria por defecto (0-1)

El general invierno no impuso nada al Atlético, ni siquiera un leve susto, una tibia inquietud. No hubo frío ni orden que descompusiera la estampa de un equipo que traslada a Europa esa impoluta imagen de ganador. Llegó a Rusia y sometió al Rostov desde el primer minuto hasta el último. Hizo el gol que necesitaba para ganar y regresó, líder, como acostumbra, empezando a pensar en otras guerras.

Simeone apostó por el once de la goleada ante el Granada, introduciendo sólo el cambio de Torres por Gameiro, buscando más corpulencia arriba. El Atlético salió sin ambigüedades, buscando el gol desde la primera jugada, y lo tuvo Correa en el remate de un rechace a bocajarro que se le marchó fuera por la apertura del efecto. El partido pudo haber empezado y terminado ahí, pero no era la noche del acierto. Aglutinando la posesión y abriendo mucho el campo, con esos dos laterales-extremos inmensos que son Filipe y Juanfran, el Atleti persistía en la idea de resolver aquel partido y empezaron a llegar las ocasiones: Carrasco, el propio Filipe, otra vez Correa, pero la pólvora parecía estar mojada y se llegó al descanso con la sensación de que los puntos tendrían que caer como fruta madura, porque a pesar del desacierto en la definición, el conjunto madrileño hizo todo cuanto debía para acercarse al gol. Oblak había sacado billete de espectador.

En la segunda mitad, la tónica fue la misma, aunque el Rostov, un equipo que lo apostó todo a salvar su portería, fue confiando cada vez más en su estrategia ultradefensiva. El Atlético circuló paciente, con Koke y Gabi dirigiendo las transiciones, Torres peleando, y las bandas muy abiertas buscando centros. Carrasco y Griezmann trataban de soprender desde la segunda línea sin demasiado éxito. Simeone puso en el tapete a Gameiro por Correa y el francés brindó al equipo trabajo y movilidad, tratando de abrir algún hueco en la férrea defensa rusa. En el sesenta y dos, un centro de Juanfran por la derecha al que no llegó Torres, dejó el balón en la zurda de Yannick, que prolongó su idilio con el gol con una volea que dejó sin opciones a Dzhanaev, el portero ruso. Desde entonces, el partido estaba acabado, el Atlético se dedicó a descansar con el balón, en ese nuevo registro suyo y fue dejando pasar el tiempo esperando hacer un gol que trajera la tranquilidad.

No llegó ese gol pero tampoco hubo zozobra porque lo más cerca que estuvo el Rostov de la portería de Oblak fue con un disparo lejano que el esloveno pudo detener en dos tiempos sin dificultades. Así, los de Simeone, con tres goles en tres partidos, ninguno encajado, consiguen mantenerse al frente del grupo con pleno de puntos, esperando dejar finiquitada la clasificación en la próxima jornada. El valor por defecto de este Atlético es la victoria. El triunfo se ha convertido en su rutina.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

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Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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