El Atleti le ganó al Alavés con la velocidad de crucero puesta. Formó Simeone con los mismos once que en Glasgow con la excepción de Riquelme por Galán, que en cierta forma quedó señalado ante los escoceses, y el cambio fue fructífero, pues fue el canterano el encargado de abrir el marcador en una jugada repleta de lo que todos esperan de él: descaro y calidad.
La primera parte siguió el guion previsto, un Atleti mandón que empujó al Alavés contra el marco de Sivera y que fue poco a poco madurando el partido, sin prisa pero sin pausa, con Koke agarrando el bastón del medio como en los viejos tiempos, siendo ese jugador total que es capaz de leer el partido con treinta segundos de anticipo. El primer tanto fue un pase al segundo palo de Morata que recibió Riquelme para controlar con el pecho, regatear por fuera a Gorosábel y batir de zurda al portero. Un golazo. El dos a cero, que abrió el camino de la tranquilidad fue un tiralíneas de Koke al borde del descanso y una definición de Morata de nueve de altos vuelos. Controló, dribló a su par y la puso en la escuadra con su pierna mala, la zurda.
En la segunda mitad el Atleti, ya ahorrando combustible con las revoluciones bajadas, dejó hacer al Alavés y esperó la contra certera que finiquitase el marcador. Entró el refresco: Llorente, Correa y también Giménez y Azpilicueta. El gol llegó aunque no subió al marcador de una forma extraña, casi inverosímil: Llorente se zafó de su par, que lo agarraba cual placaje de rugby, el árbitro deja seguir y marca la ley de la ventaja, Llorente centra, Griezmann remata, hace gol y de repente, Muñiz Ruiz, que había mandado ley de la ventaja, se retracta y pita falta ¡a Llorente! y amonesta al jugador del Alavés, por cortar esa contra tan flagrante y a Llorente, por manotear la cara del jugador del equipo vitoriano en su intento por continuar la jugada. Qué cosas más extrañas le ocurren siempre al Atleti con los arbitrajes.
El caso es que la jugada despertó un poco el partido, que estaba somnoliento y fue como si el Alavés se empezase a dar cuenta de que no le iba a alcanzar con jugar en los tres cuartos de campo, empezó a colgar balones y a tratar de intimidar, no demasiado, a un desaparecido Oblak. Ya en el noventa y cuatro, los vitorianos hicieron su gol y provocaron una efímera zozobra, ya que el colegiado llevó los seis minutos de descuento iniciales a casi ocho. Finalmente, dos a uno y tres puntos de oro en esa carrera por alcanzar la primera plaza. Atrás queda el Barcelona y por delante, solo Girona y Real Madrid, ambos a tres puntos, teniendo en cuenta que el Atleti todavía cuenta con un partido menos.
Foto: Getty Image
30 octubre, 2023
El fútbol se arbitra en directo y a la velocidad del juego, por eso nadie dijo nunca que hacerlo bien no fuese difícil. El árbitro acierta en primera instancia dejando jugar y seguir: hay un jugador del Alavés que intenta placar a Llorente, y éste se zafa de aquél. El movimiento es completamente natural y limpio ¿de qué otra manera se va a zafar alguien a la carrera de un intento de placaje por detrás? pero como hay que alimentar al ejército de parásitos que viven de este deporte, cuartos árbitros, salas vores y demás estupideces que desvirtúan el juego, pues consiguen que se equivoquen hasta cuando han acertado, y les mueven a tomar decisiones delirantes. Te hurtan un gol, fastidian el espectáculo, se llevan una pasta injustificada, y el aficionado, a pagar y a aguantarse, como siempre.