Unocerismo puro
Tres puntos justitos, conseguidos por el Atleti merced a esa mezcolanza de factores que se conjugan cuando todo está en tu contra menos lo que realmente importa, que es llevarse el triunfo. El halo del unocerismo, Oblak, la fortuna esquiva que no encontró la salida del Metropolitano y un rival en picado con una negación evidente frente al gol. Todo eso bien mezclado aderezó la victoria del Atlético, necesaria para no perder la comba en una Liga en la que se está luchando por el honor, que puede ser la lucha más trascendente.
El Atleti se enfrentaba al Deportivo, un equipo con un pie y medio en Segunda División, lo que hacía que la atención se distrajese del rival para centrarse en uno mismo. La gran duda del partido no era si el Atleti lograría ganar al desahuciado equipo gallego, lo cual se daba casi por descontado, sino más bien como lograría hacerlo con esta plantilla mínima que se le ha quedado. Simeone enfrentó el choque con las bajas de Giménez, Vrsaljko, Juanfran, Griezmann y Vitolo, lo que al efecto de la reducida plantilla, convertía el equipo en una incógnita. Debutó un chaval, Carlos Isaac, en el lateral derecho y estuvo voluntarioso, como se espera de los novilleros que arrancan, pero tal vez le faltó ese punto más de atrevimiento, de valentía. Deben ser los buenos tiempos pero se le veía demasiado tranquilo cuando la batalla se estaba perdiendo por su flanco. Una tarjeta tan rápida como innecesaria condicionó su actuación hasta el punto en que mediada la segunda parte, Simeone lo sustituyó para colocar a Thomas en el lateral.
El Deportivo empezó brioso ante un Atleti incómodo. Lo esperaba y le pegaba pelotazos a Lucas Pérez para ver lo que salía de ahí y lo que salió fue la mejor ocasión del partido, un mano a mano que sirvió Savic, que volvía de la lesión y demostró una preocupante falta de forma, y detuvo Oblak. El esloveno aguantó como portero de balonmano y sacó el primer gran uy con su pierna izquierda. La ocasión alentó a los de Seedorf que tuvieron otra gran ocaisón en la prolongación de un córner que quedó para un remate a bocajarro con la testa de Mosquera que se fue arriba.
El Atleti andaba grogui en el partido hasta que Saúl se dejó caer dentro del área después de que Mosquera lo agarrase de la camiseta. Penalti y Gameiro apareció para hacer su gol. Entonces, los locales tuvieron algo a lo que aferrarse, la defensa numantina de un resultado exiguo, uno de sus viejos mantras, no importa si enfrente está el Bayern o el Dépor. La hora del unocerismo había llegado.
Así transcurrió todo el partido, tan solo la entrada de Costa en la segunda mitad espoleó un tanto al equipo, que volvió a caer en un desconcierto extraño, sólo valía defender el resultado. El Dépor, que ya no tenía nada que perder, lo intentó con escasas armas. A falta de diez minutos, de nuevo un pelotazo rival cogió descolocado a Savic y Borja Valle se plantaba sólo ante Oblak cuando por su derecha apareció un obús llamado Lucas para detener el que a buen seguro hubiera sido el empate. Hay veces que se celebra con más ímpetu un corte que un gol, porque hay veces que tanto vale uno como otro y sin duda la ovación que se ganó el lateral izquierdo colchonero fue tan fuerte como la que se le rinde a algunos goles.
Se marchó Adrián -ahora en el Dépor- del partido entre la ovación de la nostalgia que trajo a todos el recuerdo de aquel gol suyo en Stanford Bridge y el partido murió con el Atleti encerrado defendiendo a Oblak y esperando el final. No fue poco para la vuelta de las vacaciones de Semana Santa y para poner la mirada fija en el Bernabéu, con la parada previa de la Europa League.
Foto: clubatleticodemadrid.com