Fue una de esas mágicas noches europeas, casi inabarcable, llena de sensaciones contradictorias, repleta de esa emoción única que el fútbol nos regala a veces. Un partido grande en el que hubo de todo, jugadores, juego, goles, una expulsión, reencuentros, marcadores a la contra y remontada. Una noche con final feliz para el Atleti que culminó con un resultado que lo ubica de manera inmejorable en el terrible grupo que le tocó en suerte. Recordemos cuánto sucedió, que fue mucho.
Era San Siro, el escenario maldito donde el Atleti no regresaba desde aquella aciaga noche de mayo en la que quedaron sepultadas las ilusiones imposibles. Una noche en la que el futuro de todos pendió de un hilo, pues el gran jefe, por primera y única vez, dudó, por primera y única vez pidió tiempo, pidió pensar. Aquel lugar pudo haber sido la tumba de un proyecto, el enterramiento definitivo de una época dorada que parecía inmarcesible pero afortunadamente no fue tal. San Siro no quedó como el cementerio maldito sino como uno de aquellos lugares del dolor, uno de esos sitios en los que recordar que de esto trata la vida, de digerir las decepciones, de caerse e intentar levantarse, que eso somos, que lo otro es Disney y ya sabemos lo que pensamos de Disney. AC Milan is back, decían los milanistas, que no volvían a la élite desde aquella noche de 2014 en la que Diego Costa iniciaba un camino increíble. Así es el fútbol, aunque a veces lo olvidemos.
El Milan regresó con la fuerza que le dio tantos años esperando esa noche. Parecía una tempestad azotando al acostumbrado Atleti, los papeles cambiados, el hambre arrebatando piezas a quien ya se acostumbró a tener siempre la mesa puesta. Simeone avisó de la necesaria contundencia en las áreas, pero los suyos no fueron capaces de sostener su palabra, fueron engullidos por un ritmo imposible, el Milán volaba, el Atleti se hundía, el gol flotaba en el ambiente hasta que Leao agarró una pelota dentro del área y batió de tiro cruzado a Oblak, atónito, observando a su defensa que parecía congelada en el tiempo.
Ni siquiera pudo reaccionar el Atleti al tanto encajado, porque el Milán, instalado en su furia, con una presión altísima que imposibilitaba el pase entre los rojiblancos, ayer de azul celeste, seguía azotando. El partido buscaba un mal derrotero, no parecía tener final y todavía en los minutos veinte, parecía una cuestión de supervivencia, pero entonces sucedió algo que cambió el rumbo. Kessie atacó el tobillo de Llorente como si no tuviese tarjeta amarilla, como si el hecho de haberla recibido apenas hacía diez minutos lo inmunizara de alguna manera a ir al límite en aquella jugada, pero se encontró con un árbitro justo, rara especie, que lo mandó al vestuario, frente a la indignación local, de una manera cabal y extraña. A partir de ahí, todo empezó a ser diferente, aunque no tanto.
El Atleti, con un mundo de tiempo por delante, empezó a madurar el partido, trataba de hacer ancho el campo, de estirar a Llorente y a Carrasco, de que Correa, que formó de inicio junto a Suárez, comenzara a descolgar y buscar sus giros de imprevisión y ruptura, pero el Milan todavía tenía la fuerza de su gente, del resultado, de sus piernas, de la indignación fingida, y empezó a defender con la misma solvencia con la que antes atacaba. Los de Simeone, con Kondogbia y Koke imprecisos en el medio, no encontraban la llave del partido. Se lesionó Trippier al borde del descanso y entró Joao y también antes del intermedio Suárez falló una de esas ocasiones que nunca falla. No parecía mucho, pero representó un cambio de tendencia.
En la segunda parte, Simeone metió a De Paul y Lodi de inicio (salieron Hermoso y Carrasco), el Atleti mejoró con el ritmo del argentino, empezó a aglutinar la posesión, el Milan reculaba y su entrenador, Pioli, movía fichas, colocó seis atrás, refrescó a su equipo, que se sostenía con un Bennacer impresionante en el medio. La superioridad numérica se empezaba a notar, el cansancio aparecía en las filas milanistas y Simeone puso todo en el campo, entraron Griezmann y Lemar por Kondogbia y Koke a falta de treinta minutos para el final. En ese momento estaban sobre el césped De Paul, Llorente, Lemar, Joao, Griezmann, Correa y Suárez, con Lodi jugando prácticamente de extremo. El choque ya se convirtió en un asedio brutal. De Paul dirigía las operaciones y un impresionante Lemar comenzó a fracturar la consistencia milanista entre líneas. Todo sucedía por la izquierda, donde el único pero era la duda constante de Lodi, que no se atrevía a encarar por lo que dejaba detrás, por más que el partido se lo pidiera a gritos. Lemar, Joao, Griezmann, Lodi … ora volcando hacia adentro, ora abriendo hacia afuera, así llegó el empate, el lateral brasileño hizo una dejada atrás de cabeza y Antoine eligió el mejor momento para arrancar su particular remontada. Enganchó una volea de zurda que igualó la contienda en el ochenta y cuatro.
El Milan levantó la bandera blanca, perdía el tiempo a la antigua usanza italiana tratando de encontrar el final pero el Atleti sabía que tenía frente así la oportunidad de dar la vuelta completa. Siguió y siguió hasta que de nuevo Lemar, dentro del área, provocó un penalti claro que Suárez convirtió en el minuto noventa y siete, con un disparo a lo Panenka semierrado que le sirvió para acabar por fin con esa lacerante racha anotadora que arrastraba en la Champions.
Y así se cerró una noche mágica, con un triunfo más que valioso en un escenario único, lleno de grandes gestas y viejos recuerdos, un lugar en el que el Atleti llegó de muy diferente manera, con el estatus ganado, con la jerarquía que le han inferido los años y pudo sobreponerse al ardor local del regreso. El Atleti se tambaleó, pero supo resistir como el grande que ya es y consiguió darle la vuelta a todo. Ponerse arriba en un grupo que ya en dos partidos ha demostrado una dureza que no ha hecho más que empezar.
29 septiembre, 2021
El partido del Atleti fué malo de severidad, lo único bueno fue el resultado y demos gracias a que por primera vez en 50 años un árbitro tuvo suficientes arrestos de pitar lo que era y lo que vió y no lo «supuestamente correcto».
Hay que reflexionar en profundidad y despejar las dudas y saber de una vez a qué juega el equipo porque aún no lo saben ni ellos ni nosotros.
Saludos
29 septiembre, 2021
La suerte y el arbitraje que no tuvo el Atleti en aquella Final de Champions ganada virtualmente (con la confesión de Clattenburg incluída), los tuvo ayer. A buenas horas.
Lo más preocupante es la sensación de debilidad defensiva, y eso que ayer el equipo se tuvo que echar atrás ante el empuje del Milan, pero ocurre lo mismo cuando el equipo sale al ataque, como vimos contra el Villarreal y el Alavés. La defensa queda desguarnecida ante cualquier pérdida de balón en el centro del campo y peor si el rival sale rápido al contragolpe. (Ancheloti y la Caverna se estarán frotando ya las manos).
Lo cierto es que el equipo no bajó los brazos y ese pundonor hizo posible la remontada, eso es algo que, aunque algunos den por supuesto, ha sido gracias al trabajo de Simeone en estos 10 años.
29 septiembre, 2021
Che, hoy he escuchado muchas veces hablar de la final de Champions y como la perdimos. Pero en todos esos comentarios se han olvidado de la confesión de Clatemburg.
29 septiembre, 2021
Claro, no les conviene echar más leña al fuego, bastante les quema ya a algunos ver esa copa en sus vitrinas. Pero el titular permanecerá siempre:
«Clattenburg, el amigo de Ronaldo, le regala la Champions al real madrid el año de su despedida».
29 septiembre, 2021
Yo la botella la vi mas de medio llena. Y me explico.
Los partidos son de 90 minutos. Y el de ayer rozó los cien.
El AC Milán salió como un tiro, creando un par de ocasiones, donde apareció Oblak y siempre estuvieron merodeando el área del Atletico. Eran muy superiores y llegó el gol a la segunda ocasión. Pura presión, que también desgasta al que la ejerce.
Lo que pasa es que ese ímpetu lleva al jugador a sobrepasar lo permitido. Y esa roja, por doble amarilla, fue justa.
El partido cambió y en la segunda parte solo hay un equipo, el Atletico.
Escuchando a los comentaristas de la tele, todo eran alabanzas a lo bien que defendía el AC Milán y a partir de esto yo empecé a creer que el Aleti ganaba.
Merodeábamos el área y llegaban las ocasiones. Ellos a lo suyo, a perder tiempo.
Con todo lo que puso Simeone en el campo, con tan solo dos defensas natos, hasta el publico buscó la forma de que el partido se parara cada minuto.
Pero cuando se hace un sobre esfuerzo, se paga. Y eso le ocurrió al AC Milán. Que le sobró los últimos 25 minutos. Los calambres, las lesiones y el correr detrás de la pelota, cansa. Y mas cuando anteriormente has ejercido un sobre esfuerzo. Me gustaría saber que posesión de balón tuvo el Atletico en el segundo tiempo y más en los últimos 20 minutos. Pudo rondar el 80 por ciento, contando el tiempo que perdía el portero italiano para sacar de puerta.
Creo que merecimos ganar y Griezmann supo pedir perdón a su manera. Gol y entrevista para la afición.
Sábado, Barca.
30 septiembre, 2021
Creo que lo único bueno del partido, fue el resultado. El juego del equipo, siempre es igual; tiramos a la basura un tiempo, y luego, ganamos. Jugamos en superioridad mumérica y eso se nota. Esperemos ganarle al Barsa el sábado, y ya tiemblo pensando en el doble enfrentamiento de champions contra el eqipo inglés que ha endosado 5 al Porto a domicilgio, equipo al que no fuimos capaces de marcarle un gol en nuestro campo.
30 septiembre, 2021
Uff en lo del Liverpool y el Oporto te doy la razón.
También es cierto que el Atleti es impredecible y le gusta llevar a contraria, por ejemplo, el otro día vimos lo mal que estaba Luis Suárez y al partido siguiente metió dos. También veíamos perdido a Griezmann y acabó metiendo un gol decisivo en Milán.
Espero que el equipo nos lleve la contraria y nos sorprenda como en estos ejemplos.
30 septiembre, 2021
En mi opinión la nula pretemporada se nota mucho en la condición física y creo que cuanto más tiempo pase mejor estaremos física y tácticamente.