Tres puntos de agonía

En lo que viene se juega buena parte de la temporada, llega el Bernabéu, llegan las semifinales de Copa, los octavos de Champions, y en ese carrusel de partidos cada tres días anoche tocaba el Rayo, un partido atrasado por el nuevo formato de la Supercopa de la vergüenza. Simeone arriesgó relevando toda la fase ofensiva del equipo. Sentó a Koke, a Lino, a de Paul, a Griezmann, Morata no estaba disponible. Entró la segunda línea: Riquelme al costado zurdo, Saúl, al medio, debutó Vermeeren, Depay y Correa en la punta de ataque. Pero el que realmente fue el hombre del partido fue uno de esos jugadores que ya parece ser de la primera línea, que apunta a ser uno de los relevos identitarios que necesita el club: Pablo Barrios. Un jugador elegante, con maneras de crack, con una calidad técnica fuera de lo normal, pero con la fuerza del desborde, de la ruptura de líneas, con la inteligencia de entender cada vez mejor el juego posicional. Barrios hizo un gran partido y tal vez sobre sus acciones se sustentó el triunfo postrero y sufrido del Atleti.

No fue fácil ganar. En parte porque los que entraron no aportaron el nivel que necesitaba un partido que fue más duro de lo que probablemente muchos se imaginaron, pero sobre todo porque el Rayo de Francisco fue un grandísimo rival, que planteó un partido muy serio, dejando espacio para correr donde no podían sentir el daño, y ahogando el juego de tres cuartos para adelante, con una intensidad y una frescura de la que adoleció el Atlético de Madrid. Pudo haber sido distinto si el gol de Reinildo, cabeceando una pelota parada de Riquelme, hubiera tenido más continuidad, pero Álvaro García rompió la miniracha de puerta a cero de Oblak con un golazo en una contra a tres toques. Pudo haber sido distinto también si la tecnología del VAR en el fuera de juego, que a veces arroja la sensación de tratarse de una moneda al aire, hubiera validado un gol de Correa que parecía no haber subido al marcador por no haber rebasado la línea, pero que las repeticiones mostraron que era gol claro, pero en una ajustada posición de offside, que el VAR terminó por cobrar, por supuesto sin arrojar ninguna luz con sus imágenes.

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Atletico Madrid’s Dutch forward #09 Memphis Depay is challenged by Rayo Vallecano’s French defender #24 Florian Lejeune and Rayo Vallecano’s Spanish defender #05 Aridane Hernandez during the Spanish league football match between Club Atletico de Madrid and Rayo Vallecano de Madrid at the Metropolitano stadium in Madrid on January 31, 2024. (Photo by JAVIER SORIANO / AFP) (Photo by JAVIER SORIANO/AFP via Getty Images)

En la segunda mitad, Simeone quitó al chaval belga, que no tuvo un buen debut, estuvo nervioso, desacertado en defensa y también en ataque, donde falló un pase muy claro a Llorente que lo hubiera puesto en gran ventaja, pero como dijo Simeone con posterioridad, es norma, es demasiado joven y necesita sumar minutos, conocer a sus compañeros, el idioma, la familia, el club en el que está. Cuanto antes lo haga será mejor para todos, fundamentalmente para él, pero estas cosas no vienen llovidas del cielo, necesitan un proceso que comenzó ayer con sus primeros cuarenta y cinco minutos. Entró Nahuel por él y Llorente se fue al medio. En el sesenta, Simeone metió a De Paul y Griezmann y un poco más tarde a Koke, pero ya parecía demasiado tarde, el Atleti no terminaba de conectar con el partido de ninguna de las maneras e incluso el Rayo tuvo alguna ocasión más o menos clara para poder haberse llevado el partido. En un arrebato de calidad de Barrios, Memphis aprovechó su pase para hacer el dos a uno, que parecía un milagro, pero de nuevo entró el VAR a anularlo con unas líneas groseras, que dejan a todos cara de tonto. Siguió insistiendo el Atleti, de forma más bien tímida, porque el Rayo no cedía un metro de terreno, tampoco lo hizo con los cambios, y ya casi en el noventa y uno, de nuevo Memphis aprovechó un pase de Griezmann ejecutando a la perfección su oficio de delantero: imaginó el pase que todavía no había sido, anticipó a dos centrales rayistas y remató a gol.

El Atleti consiguió tres puntos vitales para no decir definitivamente adiós al título y para dejar cierto colchón con el objetivo mínimo, conseguir plaza para la liga de Campeones, y también, por qué no decirlo, para llegar con un hilo de ilusión al derbi del domingo en el Bernabéu, una parada obligada y dura antes de uno de los grandes retos que llegará la semana siguiente, la semifinal de la Copa del Rey.

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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1 Comentario

  1. Si te pones a seguir un partido del Atleti por internet cuando se está celebrando y optas por el buscador más conocido, ése que te oculta sistemáticamente la información sensible que el sistema no quiere que encuentres y que solo te dirige adonde te quieren llevar, aparte del resultado en el momento, estadísticas y otras curiosidades, puedes ver también comentarios de twitter, ahora X, vete tú a saber con qué criterios de selección. Pues entre ellos vi ayer, por un momento, uno pasmoso de ese ultrasur vergonzante, caricatura de periodista y especie de bufón oficial de ese medio todavía llamado as, que había escrito no sé qué payasadas sobre «un nuevo escándalo arbitral a favor del Atleti» a propósito del gol de Reinildo. El pobre imbécil es incapaz ( se puede acabar ahí la frase con un punto, pero la continuaré) de ver que en la misma jugada en la que Reinildo agarra en el salto de la camiseta al defensa del Rayo que tiene por delante en la trayectoria del balón, el defensa que tiene por detrás a su vez lo está agarrando a él, en un lance de dejar seguir, perfectamente natural en este deporte, y en el que gana el mozambiqueño por fuerza y colocación a los dos centrales.
    El sectario ventajista y recalcitrante tramposo que, atormentado, acusa de sus sucios pecados al inocente que no los ha cometido, y que encima ha sido uno de sus principales damnificados, es una de las figuras más patéticas, miserables y despreciables que se puede encontrar. No es que sorprenda la existencia de mandriles profesionales ni su promoción, pero su desvergüenza desorejada me sigue impactando.

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