Sufrir

Estábamos acostumbrados a que el Atleti solventara estos partidos con relativa suficiencia, a que fuese frente a estos equipos donde mostrase sus aspiraciones de conquistar la nobleza en Europa desde la base del pueblo, pero la historia cambia demasiado rápido, ahora también estos partidos son un dolor, equipos aparentemente menores te disputan cada pelota, cada minuto, cada espacio y ganar es una suerte de épica en cada tarde de Champions. Seguramente haya razones fundadas para eso que tienen que ver con el dinero, pero no tanto, al cabo es la misma historia contada del revés, el fútbol se alimenta de eso. El pequeño tratando de arrebatarle el pan al grande.

El caso es que el Feyenoord estrenaba la Champions en el Metropolitano y en seguida estaba por delante en el marcador. Cero a uno en su primer remate a puerta en un rebote de Hermoso en propia puerta. Pero no fue una casualidad, ni un hecho aislado, el equipo neerlandés empujó al Atleti hacia el fondo sur, lo metió en su campo, elevó la presión hasta un terreno que los de Simeone no esperaban y eso los desacomodó de una manera inusual en el partido. Por suerte Morata respondió rápido y volvió a poner la igualada, y ahí vinieron buenos momentos porque los visitantes parecieron quedar desconectados. Pero fue un espejismo, en seguida, el Atleti volvió a lo de antes y, en seguida, el Feyenoord estaba por delante de nuevo. 1-2 en un nuevo desajuste de Hermoso, el único titular de una defensa en cuadro. Con la derrota en la mochila el Atleti pedía el descanso a gritos, necesitaba reajustar piezas, limpiar la mente, porque los holandeses estaban desbocados, se veía el 1-3 en el horizonte, cada vez más cerca, cuando en un golpe de fortuna, en la última jugada antes del entretiempo, Griezmann se sacó una semichilena para poner el empate. El descanso llegó como los recién nacidos, con aquel pan en forma de gol del empate debajo del brazo.

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Atletico Madrid’s Spanish forward #19 Alvaro Morata celebrates with teammate after scoring a goal during the UEFA Champions League 1st round day 2 group E football match between Club Atletico de Madrid and Feyenoord at the Wanda Metropolitano stadium in Madrid on October 4, 2023. (Photo by Pierre-Philippe MARCOU / AFP) (Photo by PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP via Getty Images)

En la reanudación aprovechó el Atleti el espíritu de las remontadas y Morata embocó en posición de nueve una pelota a gol después de un centro espectacular de Nahuel. Se puso por delante con toda la segunda parte por disputar, había entrado Llorente por De Paul para refrescar el centro del campo, pero no hubo energías suficientes para otra cosa que defender el resultado. Fue una defensa agónica, numantina. Faixao amenazaba con tiros lejanos. Emergió la soberbia figura de Oblak, que salvó los tres puntos en reiteradas ocasiones. Salieron Riquelme y Correa, pero no dieron el oxígeno que el equipo necesitaba y el partido terminó con cinco minutos desesperantes con el portero rival metido en el área propia, y el Atleti achicando balones y segundos de una manera infartante. Fueron tres puntos vitales, pero una sensación de impotencia. Las bajas se acusan, los efectivos se agotan, las fuerzas van cada vez más al límite, y el domingo se presenta en el Metropolitano el equipo más en forma.

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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1 Comentario

  1. El fútbol, y en especial el Atlético, es indescifrable. Ayer jugamos peor que el rival, no ganamos un balón dividido, un rebote o una segunda jugada en todo el partido, no llegamos al área rival ni la mitad de las veces que los holandeses, y mostramos una evidente inferioridad física desde el principio. Y sin embargo, ganamos. Las 3 que tuvimos fueron adentro, y la cuarta la consiguió echar por encima del larguero un defensa a un metro de la línea de gol. La inferioridad física se supone que será por cansancio físico tras muchos partidos y una exageración de lesionados en muy pocos días, porque no creo que la liga holandesa sea especialmente exigente en ese aspecto. Aparte de la predisposición evidente a la lesión de algunos jugadores como es el caso de Giménez, o Savic, frente a la resistencia asombrosa de otras tipologías, como son los casos de Correa, Griezmann o Hermoso ( por cierto que a los dos primeros solo les recuerdo haber caído lesionados por entradones de ciervos, ambas sin castigo, faltaría más) creo que muchos tenemos, desde hace bastantes años, escasa confianza en el preparador físico. También, porque siempre queremos echarle la culpa a alguien de aquello que nos frustra, aunque sepamos que hay muchos factores que influyan.

    Aparte de esto, voy a resaltar algo que he comprobado muchas veces en el estadio con aficiones extranjeras. Hay algo en sus laringes y cuerdas vocales que les hace cantar, no solo en varios tonos más altos, sino a un vulumen mucho mayor. Influirá también la forma de pronunciar sus idiomas, pero además de que alemanes, ingleses u holandeses, en el caso de ayer, cantan mucho mejor que los españoles y suenan mejor, aunque esto es una apreciación subjetiva, lo que es objetivo e indiscutible, es que alcanzan mucho mayor volumen. Los cerca de 4 mil holandeses de ayer sonaban más alto y más claro que más de 60 mil atléticos. Y recuerdo epecialmente una visita al Calderón de la afición del Dortmund, el año de la primera, única y verdadera Liga de Campeones, en el 96 ( la que pudimos y debimos ganar si a Antic no se le hubiera ocurrido poner al crispado Esnáider a tirar el penalti que debió lanzar Pantic) en la que unos pocos miles de alemanes apagaban con sus vozarrones estuendosos nuestros cánticos. No es que sean más animosos ni entusiastas que los atléticos, ni mucho menos. Es, en mi opinión, algo en la fonación. Ayer, los 4 mil holandeses berreaban de forma atronadora, y ni siquiera cuando todo el estadio acompañaba al fondo sur, se les podía silenciar. Mientras el español se desgañita, el centro y norteeuropeo consigue decibelios inalcanzables para nosotros.

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