Saber sufrir, saber ganar (0-1)

Cuando uno se encuentra en un mal momento, la única terapia es la del resultado. A partir de ahí, se pueden construir sistemas, ilusiones, juego. Sin el triunfo, viene el derrumbe. Así que el Atlético debe dar por bueno este partido frente al Celta, en el que su momento delicado podía haber empezado a convertirse en desastroso pero que, gracias al triunfo, le concede un tiempo exquisito para poder avanzar.

El Celta profundizó con saña en los defectos del Atlético. Le quitó el balón y empezó a arrinconarlo en su área. Los de Simeone demostraron que no por poner más delanteros, salió con Griezmann, Correa y Gameiro de inicio, se es más ofensivo y se vieron desbordados en todo momento. Sólo Saúl contenía el centro del campo donde Gabi llegaba siempre tarde y Thomas perdía más que recuperaba. Wass era el amo de la medular y desde ahí, con la caída a bandas de Aspas, y la subida de sus laterales, tanto Mallo cono Jony, el Celta mandaba en el partido. Al Atlético lo salvaba la contundencia de sus centrales y la seguridad del mejor portero del mundo: Jan Oblak. El esloveno no hizo ninguna parada imposible, pero estuvo siempre en el lugar exacto, atajando un centro, despejando un tiro, blocando, haciendo respirar a su defensa con su calma imperturbable.

Más de media hora tardó el equipo en salir de la cueva pero cuando lo hizo fue contundente. Siempre Correa entre líneas y siempre Griezmann en la finalización. En dos ocasiones el Atlético había levantado la mano y en la salida de un córner, a la antigua usanza, Gameiro cazó un rechace para acabar con su sequía y la de su equipo.

Con el uno a cero a favor acabó la primera mitad y en la segunda, todo volvió a ser lo mismo. El Celta volcado, el Atleti sobrepasado. Toda la segunda parte tratando de despejar un peligro que volvía insistentemente desde cualquier lugar. Unzué se jugó el todo por el todo y dio entrada a Guidetti y Emre Mor, que fue un calvario para Juanfran en su banda. Simeone trató de ganar oxígeno con Gaitán y lo que logró fue más asfixia. Metió a Giménez para ayudar en las labores defensivas y finalmente a Filipe, al que había dado descanso, para tratar de parar los continuos desbordes por banda celtiñas. El Atleti sufrió como en los viejos tiempos, pareciendo un equipo menor, sin ser capaz de enebrar una contra que finalizara el partido. Munuera Martínez pitó el final tras el enésimo susto tras el que siempre aparece Oblak y los jugadores, conscientes del momento que atraviesan, celebraron los puntos como si fueran los últimos.

Un triunfo imprescindible en uno de los momentos de crisis de la temporada. Una victoria que da oxígeno y que servirá para construir el Atlético que será. Saber sufrir, saber ganar.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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