Ruina a medias (2-2)

No podrán decir los pupilos de Simeone que no estaban advertidos, porque van tres temporadas repitiendo el mismo comienzo, cada vez con un resultado peor: estreno ante un recién ascendido que se atraganta de una forma progresivamente más desagradable. El Girona puso contra las cuerdas a un Atlético que rescató un punto muy al final y que maquilló así una imagen que había quedado en entredicho.

El guion del Girona en Montilivi estaba marcado de antemano, recién ascendido con el mismo bloque del ascenso, debut en una categoría soñada, campo pequeño, pierna dura, ilusión desbordada, ambición desmedida. Además, los de Pablo Machín pusieron calidad en el control de balón, velocidad en la transición, precisión en el pase. Todo eso ante la mirada incrédula de un Atlético irreconocible. Los de Simeone, de amarillo, salieron con una defensa reconstruida con Lucas y Giménez por las ausencias obligadas de Filipe y Godín y con su equipo habitual en el medio y arriba. Desde el principio fue un equipo lento, impreciso, incapaz de retener el balón, ni de recuperarlo.

El Girona apretaba con lo que tenía y entonces el Atlético cometió su pecado más mortal, conceder atrás. Savic, Juanfrán y Giménez no estuvieron a la altura y sirvieron un resultado que era un escándalo mediada la segunda parte. Stuani cabeceó a la red dos goles para poner un marcador que hería pero que pudo haber sido peor.

En la segunda mitad, se esperaba una reacción que no vino. El Atlético era un animal pesado, que no encontraba fluidez en su línea de creación, y Griezmann y Torres eran dos caminantes perdidos en un desierto insustancial. Tal vez en la única jugada que combinaron los colchoneros pudo acortar distancias con una chilena del francés que se fue por poco. Aquella jugada debió dejar tocado a Griezmann porque su siguiente aparición fue decisiva y nefasta para su equipo. Fingió penalti, lo que le costó una amarilla y al levantarse insultó al árbitro a la cara, lo que le costó una roja que a buen seguro traerá cola.

Era el minuto setenta y el Atlético se veía con 10, incapaz, y zarandeado por un equipo que se estrenaba en la máxima categoría. Entonces Simeone metió a Correa en el campo, en sustitución de Juanfrán, que no dio una a derechas, y el partido empezó a agitarse para los intereses del Atleti. Entraron también Vietto y Gaitán, que consiguió que el equipo empezase a asociarse un poco. Pero quien fue definitivo fue el “Angelito” argentino, que con una diagonal endiablada, metió un derechazo ajustado desde la frontal contra el que no pudo hacer nada Iraizoz. Con ese gol surgido de la nada, el Atleti se agarró a su casta y tiró de ella y al Girona le invadió el mal de altura. Vietto pudo empatar enseguida pero mandó al limbo una ocasión envidiable y fue Giménez, en un balón parado, quien cabeceó para el empate y justificó la raza del equipo.

En los minutos finales el partido fue un correcalles y cualquiera podría haberlo ganado. Al Girona se le escapó una victoria histórica y al Atlético no le alcanzó con veinte minutos de casta hacer cambiar una imagen tan mala. Primer capítulo repetido que confirma que a equipo del Cholo le cuesta arrancar bien ante los recién ascendidos.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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