La lengua española es tan maravillosa que a veces uno se detiene en las distintas acepciones de una palabra y se da cuenta de que esa palabra, que estaba ahí, limitada al significado común, encierra de una manera precisa casi una filosofía de vida, casi los valores al completo de un club como el Atlético de Madrid. Remontar es superar un obstáculo o dificultad, también sobrepasar una pendiente, navegar aguas arriba en una corriente. Remontar es ahuyentar, espantar, especialmente la caza que, acosada y perseguida, se retira a lo oculto y montuoso. Remontar es también elevar al aire una cometa y me ha dado por pensar que el Atlético de Madrid debería de tomar esta palabra muy en serio, pues no ha hecho otra cosa en su vida que superar obstáculos, subir pendientes, espantar la caza del poderoso y claro, elevar cometas al aire como metáfora de felicidad de los desposeídos. El Atleti remontó ayer frente al Cádiz un partido vibrante, pero yo descubrí que el Atleti es una remontada en definición, no de manera puntual, sino poética.
Lo del Cádiz fue prosaico pero emocionante. Arrancó Simeone con lo que tenía, que es muy poco y el equipo salió en estampida ofensiva, en media hora podía estar goleando al Cádiz con las ocasiones generadas pero lo que sucedió es que estaba perdiendo cero a dos, merced a esa ley inexorable del fútbol que no perdona nunca a quien perdona, y merced también a la magia del lugar, que facilita las situaciones inesperadas. Los palos, Ledesma y cierta mala suerte espantaron los goles del Atleti. El árbitro, ignorando una clamorosa falta a Riquelme facilitó el cero a uno y un fallo de infantiles de Azpilicueta y Witsel, todo en uno, con una mala colocación de Oblak, dieron con un cero a dos que dejó a todos casi mudos.
Pero el Atleti no estaba para conformarse, siguió y siguió y antes de ir al descanso acortó mediante una jugada paciente que concluyó con un pase medido de Griezmann y un cabezazo de Correa inteligente, paso cambiado, contrapié, uno a dos y descanso. Providencial fue el gol de Nahuel Molina en la reanudación, aprovechó el rechace de una nueva ocasión generada por Llorente y con el empate y tanto tiempo ya nadie dudaba de la remontada, que llegó en una jugada excelsa, iniciada por la derecha con un cabezazo sublime para la apertura a Nahuel, que galopó y cambió el sentido para Lino al otro extremo, que dribló y esperó a que Saúl le doblara para darle la pelota en ventaja, ya dentro del área y Saúl, confirmando a todos su resurrección, su particular e individual remontada, asistió un pase de la muerte para que Correa empujase el gol que culminaba el cambio de rumbo de un partido que se puso muy feo con los dos goles en contra del Cádiz.
Remontó el equipo cuya historia es una incesable remontada. Se sobre puso un día más a las incontables bajas y selló un nuevo hito en el pasaporte de la temporada a la espera de que el miércoles regrese la Champions al Metropolitano.
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