El comienzo del partido regaló una imagen para recordar, una de esas que cuando pase el tiempo volveremos a ver, y nos reconoceremos en ellas, diremos con orgullo que estuvimos allí ese día, lo contaremos con detalles, quizás mejores incluso de como realmente sucedió, porque el tiempo tiene esa única cosa buena, que al final de alguna forma transforma sutilmente los acontecimientos para acercarlos a cómo a nosotros nos hubiera gustado que fuesen. Salió Koke, y todos los jugadores le hicieron un pasillo, y el estadio entero se puso en pie y le rindió una ovación atronadora, sin fisuras, sin falacias de nuevo rico. Todo el mundo en pie en una ovación que no debía haber terminado nunca, para un tipo que lleva desde los seis añitos portando esa camiseta con honor. Koke, el sueño de todos, llegaba a su casa con esa barbaridad de partidos a la espalda y recibió el amor de su gente, ese que siempre, pero sobre todo a partir de ahora, debería tornarse incondicional, en la más amplia acepción del término.
Después vino el partido contra el Girona, un rival que puso de manifiesto muchas de las carencias de este equipo, pero no todas, porque ayer sí, el Atleti fue contundente en ataque y ya sabemos que la contundencia es la que gana los partidos. Le dio la titularidad Simeone a Correa ante la ausencia de Llorente y el angelito le respondió como siempre, con trabajos, con resultado, con goles. Hizo el uno a cero recién empezado el partido para ponerlo todo de cara e hizo el segundo en una jugada de pillo, de potrero, en la que le robó el balón al portero rival, extrañamente confiado, para rematar a puerta vacía el que debería haber sido el gol de la tranquilidad, pero no fue. Entre medias, el Atleti estuvo sesteando por el campo, con la sensación de que la ventaja le bastaba, le servía para sacar su mente de allí y pensar en próximos retos, todo ello pese a que el rival, comandado por otro canterano al que se le espera de vuelta con ganas, Riquelme, se mostraba como un equipo serio, ordenado, con buen criterio y un juego de balón fluido. Pero era el Girona y parecía que con la ventaja bastaba. Problema número uno.
El problema número dos es el de la indefinición en el juego. Con la ventaja adquirida, el Atleti parece no saber a qué quiere jugar. Entrega el balón al rival, eso sí, simula que lo espera, que intentará matar a la contra, pero luego no lo hace, no sale, solo se defiende con más o menos solvencia pero no tiene una salida fluida ni mortífera ni siquiera continuada. Y eso, ante rivales tan menores como un recién ascendido, provoca el desespero de la grada, que podríamos definir como el problema número tres. La grada está desconocida, susceptible, cobrando rencores absurdos, como el de recibir a Joao con pitos, ¿qué sentido tiene eso? ¿estamos todos frustrados porque un jugador con su potencial no termina de romper? Pues claro que sí ¿estamos todos enfadados porque cuando parece que sí, es que no, cuando tiene un mes bueno, viene una lesión o viene sabe Dios qué sobre su mente y llega otro malo, ¿estamos frustrados porque muchos empiezan a pensar que tal vez la inversión fue un fiasco, que tal vez nunca vaya a ser aquello que todos creímos que sería, aquello que todos queremos que sea? Puede ser, claro que sí, que esas preguntas, ese sentimiento se esté instalando ya definitivamente en la grada y que esta parece tener la necesidad de transmitirlo al jugador, pero ¿en qué beneficia eso al equipo? Es un comportamiento absurdo que ayuda a enrarecer el ambiente. El Girona se acerca en el marcador, el Girona tira un palo y la reacción natural es la protesta, cuando antes era la arenga. Ahora la arenga hay que buscarla, y a veces no se encuentra.
Simeone hizo tres cambios de una tacada en el sesenta intentando refrescar toda la punta de ataque. Salieron Carrasco, Griezmann y Cunha para dar entrada a Morata, Saúl y Lemar. En la jugada siguiente, Riquelme hace un golazo, el runrún se instala y el equipo se desconecta. No hubo reacción, no hubo refresco, hubo un desnortamiento preocupante, que refleja el problema numero cuatro, la debilidad mental de un equipo al que le cuesta resarcirse de las situaciones adversas. El Girona empieza a meter intensidad para buscar el empate y ahí llega el problema número cinco, tal vez uno de los que aglutinan todos los demás, o uno de los que provocan todos los demás: el Atleti no encuentra la intensidad de antaño y eso sí que lo echa en falta la grada, esa agresividad tras la pérdida para recuperar, ese empuje para adelante cuando la pelota es tuya. Este equipo no encuentra esa intensidad y eso sí que la grada no puede perdonarlo porque en esa forma de enfrentar el juego reside la historia de este club.
Y eso fue todo, problemas y más problemas a los que la contundencia salvó en esta ocasión. Ocho minutos de descuento, dos palos, un sufrimiento extremo y pareciera que innecesario ante un rival menor con un partido puesto de cara. Pero eso es el Atleti que toca ahora y veremos lo que sucede con él en el futuro.
9 octubre, 2022
«Hay equipo para hacerlo mejor»
Esa fue una frase repetida ayer por muchos peñistas.
Esa expresión, vendida por la Caverna, hace mucho daño si el aficionado la compra, porque genera mucha frustración, que acaba por manifestarse en cada partido en el Metropolitano.
Pero, ¿en qué se basa esa afirmación?. Simplemente en una valoración más o menos subjetiva o interesada de cada jugador tomados de forma individual, esa valoración depende en gran medida del valor económico del jugador y la establecen los medios de comunicación, que ya sabemos al servicio de quien trabajan.
Que se sobrevalore a los jugadores del Atleti sin haber demostrado que son útiles al equipo, es algo que viene de hace muchos años.
Actualmente, hay bastantes «figuritas» en la plantilla, que a pesar de su calidad individual, no encajan en el planteamiento de Simeone o no se adaptan o están ya en la cuesta abajo de su carrera, y eso es lo que hace que el bloque falle.
Por tanto, eso de que «hay equipo para hacerlo mejor» es una frase peligrosa que habría que desterrar.
La prueba evidente es que el equipo, tras bastantes partidos disputados ya, no ha mejorado sustancialmente, ni frente a equipos con menos potencial ni frente a equipos más poderosos.
9 octubre, 2022
La prueba evidente de que hay equipo para más, es que hace dos años una plantilla peor fue cdampeona. Si no se quiere ver es otra cosa, pero de jemos de dar la murga con la dichosa caverna. Seamos realistas y no queramos engañarnos con creencias apsurdas. En cuanto a lo de joao, el culpable de sus frustraciones,¡ya sabemos quien es! Hace no mucho toempo, Lemar era un jugador que no jugaba a nada, pues bien el Cholo le siguió colocando, y su puesta en escena, cambió a mejor.
9 octubre, 2022
Joao sigue siendo una promesa, seamos realistas como dicen en otros comentarios, en dos temporadas y pico no ha hecho nada, malos gestos lo más destacado.