El Atleti llenó frente al Éibar las alforjas de oxígeno, moral y goles, en cantidad ingente, en orden caótico, con las acostumbradas dosis de sufrimiento, pero al cabo, recuperando la senda del triunfo, regalando por fin un segundo tiempo plácido a su gente, y descontando una muesca en esta frenética carrera por la Liga a la que aún le quedan siete angustiosas fechas.
Hasta el minuto cuarenta y dos, cuando Correa hizo el primer gol del partido, el Atleti estaba ahogándose en su propia depresión. Estaba dibujando un partido calcado al de otros fiascos recientes, con un arranque tibio en el que el rival resistía e iba dejando pasar el tiempo y éste ejercía su propia batalla contra los de Simeone. Cada minuto que pasaba, cada pelota que el Éibar rescataba de ninguna parte, cada combinación del rival lograba ese efecto invisible y perverso que anida en la mente colectiva. El líder no era el equipo de antaño, más bien uno disminuido, encogido por sus propios miedos, atenazado por una presión que impide respirar a sus aficionados al ver cómo se ha transformado todo, cómo ahora el colista se planta enfrente y te empequeñece, como no hay nadie que sepa elevar al grupo desde ese estado de temor y congoja.
Y entonces llegó esa pelota parada que prolonga Herrera y que Correa engancha en el segundo palo para adelantar al equipo. Minuto cuarenta y dos. Casi sin tiempo para celebrar, en una jugada colectiva brillante desde la izquierda, Carrasco cede a Correa que dentro del área se gira con un movimiento de genio y pone el dos a cero en la cepa del palo. Dos goles seguidos del tipo que había fallado todos los goles recientes. Dos goles en un momento crítico, en el momento justo en el que la impotencia, los nervios, amenazaban con ahogar al Atleti. Apareció Ángel Correa para hacer esos dos goles que inauguraban un tiempo nuevo.
La segunda mitad comenzó con un golazo de Carrasco. Carrera al espacio, túnel a Dimitrovic que midió mal la salida y el belga casi se mete con la pelota en la portería. Completó la obra Llorente con dos goles de puro llegador, uno a pase de Correa y el otro de Yannick. Una goleada reparadora que permitió a Simeone, por una vez, dar descansos en el partido. Sacó a Koke, a Correa, a Savic, a Carrasco y a Herrera, en tres ventanas casi consecutivas. Tuvieron minutos Vitolo, Dembelé, Kondogbia, Torreira y Felipe, pero el partido ya había terminado. Los de Mendilibar habían arrojado la toalla y el encuentro sólo ofrecía la duda de si la segunda línea seguiría marcando goles para seguir llenando las alforjas de oxígeno y moral, tan vacías como se encontraban.
Fueron minutos de control donde nada reseñable sucedió. El partido se había disputado en sesenta minutos o casi en veinte, los que fueron del primer gol al último, los que permitieron al Atleti desembarazarse de esa losa que iba hundiéndolo cada jornada hasta el punto de haberle arrebatado toda la ventaja. Por fin los goles hicieron olvidar a la gente el sufrimiento, las bajas, los inconvenientes, el mal momento de Saúl. Por fin los mensajes de la semana tuvieron un sentido. Por fin se restó una fecha con un grito de euforia. La lucha no cesará, pero frente al Éibar el Atleti marcó un hito que invita a tomar otro rumbo. Partido a partido hasta el partido final.
Foto: atleticodemadrid.com
19 abril, 2021
Grande Correa ayer. Ojalá haya pasado lo peor,es nuestra esperanza. Y lo que ocurra en Barcelona… fuerza y aúpa atleti.
19 abril, 2021
Buah! Con la Superliga de tito Floren nos vamos a forrar y poder fichar megaCracks,albricias! Bienvenidos al fútbol del siglo XXI, ya ni Qarabags ni Tranzorsport ni morrallas varias… A los que les guste el fútbol auténtico de toda la vida, se acabó… yo soy de ésos y me da mucha tristeza. Todo por el vil metal.
20 abril, 2021
como sigan apoyando a florentino me doy de baja del atletico despues de 20 años lo siento mucho perto sl atletico sigue en acuerdo con este señor no me dejan otra opcion