De Oblak a Griezmann, tres puntos (0-1)

El Atlético de Madrid llega al tramo decisivo de la temporada con la fisionomía más reconocible: inaccesible, molesto y mortífero. Pasó por Cornellá sembrando paciencia y recogiendo resultados. El Español, un gran equipo que lo intentó siempre, sucumbió frente a un muro imposible de derribar. Tres puntos vitales que volaron al Manzanares en la lucha por la tercera plaza.

Simeone es poco amigo de las rotaciones cuando hay tanto en juego por lo que después de la paliza de Leicester, en contra de lo que muchos vaticinaron, tan sólo incorporó al once a Giménez, tras la baja obligada de Juanfran. Tal vez sea Giménez un buen ejemplo de lo que representa este equipo: un excepcional central al que el entrenador lo necesitó en el medio campo y en tres partidos dio la sensación de que aquello no era un mal invento, sino un gran descubrimiento. Y ahora, sin laterales derechos, Simeone lo coloca ahí y el tipo despliega no solo su concepto defensivo sino que se anima a subir, y a intentar que su equipo no pierda sus aperturas por banda. Giménez está demostrando ser un peón excepcional, un hombre que está donde se le necesita, al servicio de un equipo que viene a ser como él: solidario, adaptable, genial.

La primera parte fue del Español, que empujó con ahínco tratando de ponerse por delante en el marcador. Con Jurado omnipresente, con una dosis extra de motivación por enfrentarse a su exequipo y, sobre todo, con un incisivo Piatti por la izquierda, trataban de poner en jaque al Atleti, que se defendía con solvencia sin que el peligro llegase a los dominios de Oblak. El Atlético no tuvo control ni juego y Simeone corrigió eso en la segunda mitad sustituyendo a un gris Torres por Thomas, tratando de ganar el medio. Los rojiblancos mejoraron, empezaron a aglutinar balón y tuvieron diez minutos en los que fueron a por el partido. Ahí, en el primer tiro a puerta, en la primera y única ocasión que había habido en el partido, Griezmann volvió a conseguir un gol de oro y en su primer disparo a puerta metió los tres puntos en el saco.

El Español trató de reaccionar y ahí emergió la figura gigante de Oblak, que tapó un mano a mano a Leo Baptistao cuando ya el empate casi se celebraba en las gradas. Tras ese desliz defensivo, el Atlético, agarrado de nuevo a un Gabi inmenso, no volvió a dar opciones a los de Sánchez Flores y llevó el partido a su terreno, hasta que murió. Quedó también registrado el regreso de Gameiro, que deberá coger la forma para los momentos claves que le esperan. Ahí estará su puerta grande o su enfermería.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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