Menos es más

Ahora parece fácil decir que el Valencia no está bien, que el Valencia sufre las consecuencias de una gestión inútil y egoísta, que se encuentra secuestrado en manos de un propietario al que no le interesa lo más mínimo nada de lo que tiene que ver con el sentimiento ché, que el Atleti podía ser el Valencia de no estar Simeone. Tal vez todo eso sea así, como lo es que el Valencia ocupaba la tercera plaza en la clasificación histórica hace ahora once años, en ese bendito día en el que apareció Simeone para rescatar al Atleti de su deriva. Ahora, el Atleti recuperó el lugar que siempre le perteneció y el Valencia, antes rival poderoso parece un pelele en manos de un gigante.

El Atleti pasaportó al Valencia con la misma eficacia con la que lo hizo con el Sevilla, el otro candidato a usurpar su plaza, lo hizo con un juego brillante, mandón, que solo se vio amenazado los exiguos minutos que duró la revisión en el VAR del gol del Valencia, que suponía el empate a uno y que fue anulado por una falta previa clamorosa a Memphis. Antes había marcado Griezmann asistido por Llorente. Un golazo el del francés, que controló orientado dentro del área y la puso en la base del palo largo con su zurda de guante. Griezmann marcó para abrir el marcador pero dio otro recital de juego, de interpretación, de solidaridad, de liderazgo. Que pena aquellos dos años perdidos Antoine, aunque nada pasa en balde y quizás ese caminar en el desierto lo han convertido en lo que ahora es, el máximo exponente del Cholismo, la prolongación en el campo de una idea que ha dado la gloria a la parroquia colchonera.

El Valencia no podía salir de su campo, embotado por el abrumador dominio rojiblanco. De Paul aceleraba el juego, el Atleti entraba por los costados con Carrasco más inspirado que otras veces, Llorente con su fuerza inapelable. Hizo el dos a cero Yannick en el arranque de la segunda mitad y solo Mamardashvili pudo evitar una goleada como la del Sevilla. Refrescó Simeone como en él es habitual, entraron Barrios, Morata, Correa, Lemar y Witsel. El francés marcó de cabeza tras un pase medido de Morata, que caído a un costado se zafó cual extremo. Parece un equipo cambiado, donde todo es alegría, donde cada uno de los miembros parece muy consciente de su papel individual y colectivo, donde por fin se ha recuperado aquella vieja idea de que ninguno solo es más importante que todos juntos. Nadie lo hubiera imaginado con la diáspora invernal, con la salida de la máxima estrella pero el fútbol nos da lecciones cada día, como la vida. Y la que nos ofrece esta situación parece clara. A veces, menos es más.

Foto: atleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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