La primera ronda de Copa suele llegar en un tiempo y forma que suele dar la medida de muchas cosas. La de la temporada 2023-2024 sucedió en una tarde de Reyes, en el viejo Anxo Carro de Lugo y nos enseñó a las claras bastantes cuestiones, algunas más relevantes que otras. La principal, que entendimos por qué Simeone releva tan poco, por qué algunos acumulan tantos minutos mientras que otros se van sumiendo en el ostracismo poco a poco, y esa no es una cuestión menor porque ahí, en esos que juegan menos que irremediablemente, conforme avance la temporada, por mor de los cansancios y de las lesiones, de la ley natural, van a tener que jugar más, en esos, es donde reside gran parte del éxito en este fútbol moderno plagado de partidos. Hace tiempo que ya no vale con un once que nos sabemos de memoria, porque ese once es imposible de sostener durante diez meses de miércoles a domingo. En la segunda línea, en la rebeldía que tengan por pasar a la primera, en la respuesta que den cuando les toque, ahí reside toda posibilidad de éxito y, en ese sentido, el partido de ayer fue bastante decepcionante porque los no habituales mostraron una cara fea.
Salió Simeone con Oblak en la puerta, Nahuel y Galán en los costados, Azpilicueta, Giménez y Soyuncu en el centro de la defensa. La medular para Riquelme, Saúl y Witsel y la punta de ataque para Memphis y Correa. El partido se puso de cara rápido porque en el minuto uno, Saúl filtró un pase extraordinario a la espalda de la defensa para que Javi Galán se internara y sirviera a Correa el cero a uno, que solo tuvo que empujarla. El escenario era perfecto, porque se descargó la presión del resultado, era el momento idóneo para que todos los que no juegan nunca demostrasen, sin exigencias, con hambre, pero lo que sucedió fue lo contrario. Los que no juegan se sumieron en un letargo que provocó algo mucho peor que el empate del Lugo y la sensación de que la eliminatoria podía estar en peligro, provocó el bochorno de todos aquellos que habían interrumpido su tarde de Reyes para seguir su pasión en un día tan especial. Jugadores desganados, imprecisos, totalmente superados por un equipo de dos categorías más abajo, jugadores tirando por el desagüe su gran oportunidad.
Como sería la cosa que tras volver de la caseta, Simeone metió en el campo a Koke, De Paul y Griezmann. Salieron Soyuncu, que firmó cuarenta y cinco minutos desastrosos, Saúl, que pese al buen arranque se diluyó de una manera preocupante, y Riquelme, tal vez el único que mostró lo que el partido debería ser, y fue excesivamente castigado por los golpes. La eliminatoria se reanudó con susto, porque los nuevos tardaban en entrar en el partido, pero en cuanto lo hicieron, terminaron poniendo las cosas en su sitio. Los goles los hizo Memphis, uno con calidad, otro con buen golpeo, y pese a eso, dejó la sensación de que Morata va a tener poco descanso. Se le ve muy fuera de forma al neerlandés, y lo peor de todo, se le ve con cierto pasotismo ante su situación. Significativo fue la emotividad con la que Simeone lo despidió del campo, porque sabe que lo necesita, que su concurso es esencial, y también tal vez lo sea la manera en que él la devolvió, cómo salió del campo. La cuestión es que el Atleti está en la siguiente ronda, pero las sensaciones transmitidas no fueron las mejores. Los de la primera línea están exhaustos, los de la segunda línea no parecen tener la ambición, o tal vez no tengan la calidad para relevarlos. Ahora, en seguida, sin tiempo para pensar demasiado, llega la Supercopa, una semifinal y un derbi.
