La exaltación de lo imposible

El Atleti llegó a Anfield como el que se asoma al fin del mundo. Con el fútbol al borde de la suspensión, con el mundo conteniendo el aliento por una pandemia que parece sacada del guion de una película de ciencia ficción, Anfield parecía la última posada en el camino. El lugar tras el que alguien cerraría las puertas del infierno. El Liverpool invitaba a pasar a su fortín, al que contemplaban 42 partidos consecutivos sin conocer la derrota y lo hacía con el dolor punzante que todavía provocaba la derrota de la ida, exigua pero suficiente para haber mostrado los fantasmas de un gigante que parecía inexpugnable.

Todo podía haber dado un giro inesperado a los veinte segundos de partido, cuando Joao Felix hizo un control-regate de espaldas para girarse y dar un pase de gol a Costa. Nadie imaginó esa escena tan temprana, ni los que todavía se acomodaban después de haber roto sus gargantas con elmítico you’ll never walk alone, ni tampoco Costa, que se vio de repente, solo, con una pelota franca, con una escena de gol que de nuevo no supo resolver. Recuperado el aliento de esa acción inicial, el partido perdió la capacidad para sorpresa, desde ese momento, los hombres de Klopp tomaron el mando y tocaron a rebato.

Sería interminable describir cada llegada del Liverpool, cada parada de Oblak, cada achique de Felipe o Savic. El Liverpool percutía con un fútbol sencillo y directo, empujando mucho por dentro con Oxladen-Chamberlain y Wijnaldun, también por fuera, comandado por un capitán, Henderson, que arrastraba a su equipo desatado y volcando el juego a la banda de Lodi. Por ahí Salah encaraba una y otra vez, buscando el desborde por fuera, esperando la ayuda de Alexander-Arnold, trazando diagonales a posiciones de tiro. El Atleti se sujetaba en sus centrales férreos y en la omnipresencia de Koke y Saúl, dos futbolistas cuyo trabajo nunca será del todo reconocido. Cada poco tiempo, Thomas rescataba oxígeno con una posesión un poco más larga, con un desequilibrio inesperado. Pero la tensión del ambiente crecía y crecía mientras el Atleti se empleaba en lo que mejor sabe hacer, defender en bloque bajo, como llaman ahora y que no es otra cosa que retrasar la línea y compactar su equipo para tratar de dificultar los espacios al rival, darle el balón en posiciones inanes, un fútbol que le funciona pero que necesita el respiro que regala el contragolpe y que ayer no terminaba de encontrar.

En el 42, cuando la venida del descanso parecía un bálsamo necesario en la incesante lucha, Oxladen encontró la espalda de Lodi para colocar un centro que Wijnaldun cabeceó al fondo de las mallas. El Liverpool se marchó con la mitad del trabajo hecho, el Atleti acusó el primer golpe del ko.

En la segunda parte nada cambió, si acaso la tensión fue creciendo, el ambiente de Anfield cargaba la electricidad que su equipo necesitaba para cada vez colocarse más cerca del lugar en el que podía empujar al Atleti al precipicio. En el borde, los de Simeone seguían resistiendo merced a su fe inquebrantable y a la calidad futbolística de un jugador que es el mejor del mundo en su puesto: Jan Oblak. El guardameta sostenía el milagro y demostraba cómo la otra parte del extremo, la que detiene, ataja, destruye, puede ser tan importante como aquella a la que por lo general concedemos todos los méritos. Oblak crecía con cada intervención, atraía los balones, despejaba, blocaba, mandaba a la calma. Parecía como si los palos de la portería fuesen una extensión de sí mismo, un superhéroe llamado a salvar a los suyos del apocalipsis, que se cernía cada vez con unos cielos más oscuros.

En el cincuenta y cinco Simeone haría un cambio que después sería fundamental, entró Llorente por Costa y, situado de interior, mandando a Correa arriba a estrellarse contra la muralla Van Dijk dio refresco y pulmón a su equipo. Cerca del final, el Liverpool empezó a sentir el peligro de que un gol le dejaría fuera, necesitaba la prórroga, treinta minutos más para tener el tiempo suficiente para completar su obra, necesitaba sentirse seguro en la reacción. Sobre todo cuando en la última jugada del partido Saúl mandó dentro un cabezazo a una falta lanzada por Lodi. Era la última jugada del partido y era offside. Pero Anfield enmudeció en lo que sería un presagio maravilloso.

Comenzó la prórroga y sin tiempo para acomodarse, de nuevo por la banda de Lodi, un centro encontró el remate al palo de Firmino, el rechace le cayó franco y empujó a la red. Dos a cero. El Atleti parecía caer al abismo, el rey de Europa imponía su ley, Anfield se sacudía el polvo de las solapas, todo parecía hecho. Pero tal vez nadie cayó en la cuenta de que el Atlético de Madrid no es un equipo cualquiera, es uno que aborta todas las leyes de la lógica, uno que vuelve cuando nadie lo espera, que resucita incesantemente cuando ya todos lo creen muerto. No cayó del todo, había una pequeña rama oculta a la que se agarró y desde la que emergió de nuevo. Adrián San Miguel erró en un despeje y Joao recogió la pelota en tres cuartos, pasó a Llorente que ajustó su potente zancada y disparó desde la frontal para traer el silencio de la resurrección. Gol. El Atleti renacía de nuevo y lo haría de una manera diferente e inesperada.

Los de Klopp seguían a un gol del pase pero ya todo había cambiado. Su rival, resucitado, parecía otro, más fuerte, con más empuje, con la salida que le proporcionaba Morata, que entró al campo junto a Vrsaljko, en sustitución de Trippier y Joao. Justo antes de acabar la primera parte de la prórroga, un contragolpe del nueve rojiblanco por la derecha en el que arrancó, contemporizó y pasó, todo a tiempo, puso a Llorente de nuevo en la frontal con la pelota controlada, recortó hacia su derecha y volvió a ajustar el gol que transformaba el fin de los tiempos. El Atleti gritaba desde Anfield Road hasta el Calderón, empataba el partido y empujaba al rey caído, desplazaba al gigante, permutaba su lugar. El Liverpool no se repuso del segundo gol de Llorente, el otro jugador determinante que con su pulmón y su precisión en el disparo dio la vuelta al marcador, al partido, a la eliminatoria, a la profecía del fin de los tiempos. Klopp gritaba desde la banda para seguir insistiendo pero los reds no eran ya sino sombras atravesando el silencio de Anfield, inusuales invitados convertidos en piedra en una noche de épica. Antes de acabar, de nuevo Llorente arrancó otra contra y sirvió a Morata el gol que daba la victoria en el partido y la redención definitiva de un jugador que pidió perdón a su grada por su pasado en el mejor momento y en la mejor manera.

El Atleti está en cuartos de una competición tan maldita para él que puede incluso suspenderse tras la gesta histórica de haber ganado al Liverpool de los récords todos los partidos. Ahora vuelve la vida real, el coronavirus, la pandemia, la histeria colectiva, la sensación de que ya nada será lo mismo pero ocurra lo que ocurra, incluido el fin del mundo, el Atleti habrá dejado latente la evocación sublime del que tal vez sea el principal impulso de la existencia humana: sobrevivir. Quien sobrevive puede esperarlo todo, incluso lo imposible. Quien sobrevive triunfa.

Foto: Getty Images

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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5 Comentarios

  1. Nueva gesta del Atleti, aunque sin hacer un partido extraordinario. Me hubiera gustado que el Liverpool no hubiese llegado tanto a nuestra portería.

    Se dieron esas circunstancias que son necesarias para ganar a un equipo que se muestra superior en el juego, es decir, cuando su ataque se puede imponer a la defensa rival en cualquier momento.
    Esas circunstancias fueron la falta de acierto de cara al gol del Liverpool, la gran actuación de Oblak, la efectividad del Atleti en las poquísimas oportunidades de gol que tuvo y una adecuada dosis de suerte.
    Se podrían añadir dos circunstancias más, una fue el error de Adrián en el primer gol (por cierto, nada comparable al de Karius, como ya pretende hacernos ver la Caverna) y la correcta actuación arbitral que esta vez, no perjudicó al Atleti (ni al Liverpool tampoco), y que, por propia experiencia, sabemos que puede ser decisiva.

    He visto muchos partidos en el Calderón donde el Atleti ejerció de Liverpool y acabó perdiendo también, especialmente partidos contra el real madrid, no hay más que recordar aquellos titulares del día después que apelaban siempre a «San Iker» y a la «pegada» merengue.

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  2. Magnífica crónica. Una prórroga memorable, un resultado extraordinario y una vestimenta acorde con la ocasión. Felicidades a todos.
    Eso sí, el Liverpool nos arreó un meneo soberano, y aunque tengamos al formidable Oblak y al estupendo Felipe, fue milagroso que no nos lleváramos un saco. Fue un asedio similar al de Munich, y entonces, como ahora, me pregunto lo mismo : ¿ es que nunca seremos capaces de sacudirnos un dominio aplastante jugando un poco al fútbol ? ¿ Nunca vamos a tener 2 jugadores que sepan aguantar el balón, hacer un recorte, apoyarse en corto, tirar dos paredes y escondérselo al rival durante un minuto ? Pues parece que no.

    Nadie sabe qué va a ocurrir en adelante, pero si en algún momento se reanudara la competición, la única forma de honrar verdaderamente al soberbio equipazo al que eliminamos ayer, sería ganándola. Después de echar al mejor, es lo menos que se debería hacer.

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  3. Simeone no mintió cuando dijo que el Atletico jugaría como siempre. Y esa declaración encerraba que que cuando sabes que delante tienes al que todos dicen que es el mejor equipo del mundo de la actualidad, tus argumentos futbolísticos no pueden ser los mismos que si juegas contra el Villarreal o el Sevilla.
    En el Metropolitano hizo lo mismo. Nos defendemos y aprovechamos la que tengamos. Nos quedamos defendiendo atrás o de vez en cuando te presionamos en tu campo.
    La diferencia es que en Anfield el Liverpool, en sus ataques, usaba los interiores y entonces podían rematar, cosa que en el Metropolitano no los empleó y por ello no remató a puerta.
    Antes eso, el recurso de Simeone fue el de crearles dificultad a los rematadores del Liverpool. Remataron mucho eso si, pero solo lo hicieron claramente en tres ocasiones, aparte de los goles.
    Klopp, con una serie de jugadores de primer nivel mundial, no tenía una salida para cuando el Atletico presionaba arriba. Eso no lo lo había ensayado. Y eso le valió al Atletico para ganar el partido. Ocurrió lo mismo en la Supercopa de España en Arabia contra el Barcelona.
    Simeone siempre juega buscando los errores del contrario. La mejor táctica para ganar los partidos.

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  4. Excelente artículo. Comparativa de la filosofía del Atleti con la vida misma. Muy bonito.

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  5. Hacía varios años que no veía esta página (asiduo de ella en otro tiempo)y, por el «corona», hoy me encuentro con su artículo que me ha hecho ver por segunda vez el partido; y me ha hecho recordar al brillante Escartín que cuando no había TV te contaba el partido en su página del lunes.
    Gracias.

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