La copa es el camino

El Atleti está en octavos de la Copa del Rey después de golear al Rayo Majadahonda en un partido en el que jugó como visitante en su propio estadio. Marcaron Cunha, Lodi, Suárez, Griezmann y Joao en un festival de los de Simeone que no dejaron lugar para la sorpresa y evidenciaron desde el minuto uno la diferencia de categoría, pero el partido, más allá del pase, de los goles, dejó otras muchas cosas, tal vez las verdaderamente importantes.

La primera, que Simeone, como toda la grada, quiere la Copa del Rey. La quiere de verdad, no mirándola de reojo, usándola para rotar, para probar canteranos, para ver qué pasa si avanzamos. No tal. Esta vez la quiere desde el principio y eso quedó muy claro cuando el portero titular fue Jan Oblak. El Atleti ha caído en las últimas ediciones por el menosprecio generalizado a la competición, que comenzaba por no poner al mejor portero del mundo en su lugar, bajo palos. Y ha caído algunos años porque los sustitutos no estuvieron a la altura, ayudaron al rival más que al Atleti.

La titularidad de Oblak era un mensaje lo suficientemente rotundo como para que los demás tuviesen claro de qué iba ese partido. Después, no hubo canteranos. Con toda la plantilla disponible exceptuando Savic, Simeone sólo convocó a Javi Serrano, que finalmente no tuvo minutos. Formó con un once titularísimo y en la segunda parte entraron al reemplazo otros cinco jugadores titulares. Ni un minuto para la concesión.

El equipo repitió 4-4-2 en lo que parece va a ser el nuevo sistema de 2022 y de nuevo volvió a sentirse más cómodo. Los cuatro atrás con Kondogbia y De Paul en el medio, Lemar y Carrasco a los costados y la punta de ataque para Suárez y Cunha. Regresó a la presión alta tras pérdida, a la intensidad asfixiante, al trabajo defensivo de los delanteros, a ser, en definitiva, un bloque compacto y sin fisuras. El rival, cuya única opción pasaba por la relajación de los de Simeone, se vio apabullado por un torrente de fútbol que no pudo contener. Fueron cuarenta y cinco minutos sin cuartel, sin descanso, atacando, recuperando, y volviendo a atacar, como si los once hombres que estaban sobre el terreno se estuviesen jugando su contrato, como si aquel partido no fuese el que realmente era.

De ahí se extrajo la lección más importante del partido, el recuperar la idiosincrasia básica, jugar cada encuentro como si fuese el último, cada disputa, cada balón, cada ayuda. Da igual que sea el Rayo Majadahonda o el Bayern de Múnich, sobre eso se ha construido el cambio del Atlético y abandonarlo será el principio del fin. Simeone lo sabe, la grada lo sabe y anoche, despojada de acomodados, también lo demostró.

Sólo hubo un pero en una noche preciosa, la lesión de Griezmann, que provocó que el Atleti jugase el último cuarto de hora con un hombre menos. Volvía el francés después de su larga ausencia y de nuevo sintió una molestia muscular que esperemos quede en poco. El Atleti de 2022 es otro, es el de antes, es el que todos quieren ver. La Copa vino a mostrar el camino del que convienen no salirse.

FOTO: atleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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