La condición de líder le duró quince minutos al Atleti en Anoeta, un campo que tantos años después, se ha reformado para volver a parecerse a Atocha. Al final, la modernización del fútbol consiste en preservar la esencia, en volver a los orígenes. Se inauguraba un nuevo estadio, porque sin las pistas de atletismo, Anoeta es ahora un nuevo estadio, con la afición encima, apretando, recogiendo los ecos del viejo Atocha, tratando de hacer del norte de nuevo plaza inexpugnable. Decía que al Atleti le duró su condición quince minutos, los primeros, en los que salió mandón, tratando de jugar en campo contrario, con Saúl y Koke de nuevo en el medio centro, Lemar y Vitolo a los costados y Joao y Costa en punta. Un equipo muy ofensivo que se desinfló pasado un cuarto de hora y sin haber creado una ocasión de gol.
A partir de entonces la Real dirigió el partido. Con la manija de un excelso Odegaard, con los dos laterales, Zaldua y Monreal, doblando para hacer más poderoso el ataque y con un omnipresente Oyarzábal sometieron al Atleti posicionalmente, lo acongojaron y Oblak salvó a la media hora la primera, un mano a mano que Isak, un delantero sueco de color que también fue sensación, había puesto en bandeja a Oyarzábal, emblema txuriurdín, y que no fue gol porque el portero esloveno volvió a mostrar su condición de mejor del mundo para dejar vivo a su equipo. Esa fue la dinámica hasta el descanso, sin ocasiones claras, la Real tenía al Atleti pertrechado en su campo, lo movía de un lado a otro, avisaba de que el peligro estaba por llegar.
En la segunda mitad la dinámica no cambió un ápice pese a que Simeone introdujo un cambio desde el inicio. Entró Llorente en sustitución de Lemar, tal vez el más desconectado del partido. Dejó al catorce junto a Saúl en el medio centro y Koke ocupó el costado que había dejado el abúlico francés. Pero nada cambió. El equipo seguía sin encontrar el ritmo del partido, persiguiendo sombras detrás de una Real Sociedad intensa, con mucha calidad ofensiva, que se dejaba llevar en oleadas por el enorme impulso de su ‘nueva grada’. Del cincuenta y cinco al sesenta se resolvió todo. Primero, Simeone decidió sacar del campo a Joao, cuya presencia había pasado inadvertida, para dar entrada a Correa y justo un minuto después, Odegaard culminó su extraordinario partido internándose en el área y cruzando una pelota que se alojó en el fondo de las mallas después de ser desviada involuntariamente por Savic. Anoeta explotaba y la Real aprovechó el impulso para hacer la herida definitiva. En el sesenta y uno, una pelota colgada, mal defendida, y mal despejada por Oblak dejó un remate en bandeja a Monreal, que consumaba su regreso de la mejor manera, haciendo el gol que finiquitaba el partido. Para colmo de males colchoneros, en la jugada Oblak recibió un balonazo en el mentón que lo dejó en estado de semiinconsciencia y que lo obligó a abandonar el partido.
Con el resultado tan en contra el Atleti empezó a estirarse y de las botas de Vitolo y Koke empezó a fluir el primer fútbol en rojiblanco del partido. Todavía hubo una oportunidad para haber cambiado el curso de los acontecimientos, en el setenta y cinco, en una preciosa jugada al primer toque entre Correa, Koke y Vitolo que terminó con el canario fusilando a bocajarro a Moyá, que hizo la parada de la tarde para dejar el partido donde estaba. Después, el Atleti siguió intentándolo sin mucha fe, parecía que en ausencia de la magia del chico portugués, todo era más difícil. Costa no aparecía, Correa tampoco, no hubo más.
Así, el Atleti consumó su primera derrota y mostró a las claras las costuras que tendrá que ir cerrando: la fragilidad defensiva, la inconsistencia en el medio, la nada cuando los de arriba no están inspirados. Llego un líder con tres victorias a Anoeta y se marchó un equipo repleto de dudas que en tres días recibe en casa al campeón de Italia, la Juve, un viejo conocido con quien mantiene cuentas por resolver.
Fotos: atleticodemadrid.com
15 septiembre, 2019
En la pagina de Dani Sanabria escribí mi parecer de lo que había visto en el partido de ayer en Anoeta.
Y le decía que realmente el equipo está en fase de formacion. No puede haber una solidez como equipo. Son demasiados cambios de jugadores y de posición que hacen muy difícil el funcionamiento como bloque.
El bloque debe ser nuestro primer punto de partida.
Tenemos muchas dudas en todas las lineas, pero debemos empezar a crecer desde la defensa. Hacer que la defensa sea solida y que se sienta protegida por el medio campo y la presión de la delantera al equipo rival. En resumen ser equipo.
El mismo Simeone con sus declaraciones da a entender que quedan por dar muchos pasos, pero que sabe los que tienen que dar. Los goles antes el Eibar y ayer en Anoeta provienen cuatro de ellos en rebotes y rechaces que les caen al contrario. Y aunque parezca mala suerte o pura casualidad, no debemos quedarnos con esa apreciación. Hay falta de seguridad. Cuando hacemos un rechace, muchas veces no los hacemos orientados. Y eso crea inseguridad.
Mi confianza en Simeone para poder solucionar estos problemas, es absoluta. Y puedo discrepar muchas veces de su forma de jugar y como plantea ciertas situaciones dentro de un partido, pero sé que no hay otro como él para hacer que el equipo sea un bloque.
Los automatismos aparecerán en cuanto empieza a haber seguridad.
Empecemos por la defensa y tener claro los posicionamientos de los medios en zona defensiva.
El partido del miércoles es una buena «pieza» como bloque para saber dónde estamos nosotros.
15 septiembre, 2019
Soy Florencio Pacheco el que ha escrito el anterior post cómo anónimo.