El partido estaba quedando para el estudio de la táctica. Construido por dos equipos que se conforman desde atrás. Ceñido, cuadriculado. El Athletic, que solo ha encajado un tanto en el campeonato, planteó una presión alta, a imagen y semejanza del Oporto, y le funcionó con el mismo resultado. El Atleti, que había revolucionado su once con rotaciones en previsión del carrusel de partidos, se vio ahogado de la misma manera. Sin Koke – cómo se agranda su figura con su ausencia – y Lemar para la construcción, De Paul no encontraba el pulso del partido, tampoco Griezmann conectaba el fútbol ofensivo rojiblanco. Solamente los vertiginosos giros a un toque de Correa y alguno de los desdobles de Llorente por la derecha aceleraban el ritmo de un partido que se jugaba a que no pasara nada, a que las áreas estuviesen protegidas, sin sobresaltos. Así fue durante cuarenta y cinco minutos.
En el segundo acto, como suele ser habitual, Simeone cambió a cuatro jugadores: Herrera, Carrasco y Suárez entraron en sustitución de Kondogbia, que se marchó lesionado, Lodi, que acabó agotado de la indecisión permanente que tuvo sobre si atacar o defender y Griezmann, que partió cabizbajo sabedor de lo lejos que se encuentra de lo que algunos esperan de él. Al poco entró también Joao por Correa y el Atleti empezó a meter presión al partido. Antes, Williams erró un mano a mano con Oblak en un despiste defensivo del Atleti y eso provocó un cambio de tendencia.
Joao batía líneas, Carrasco por la izquierda encaraba rivales, le ponía al partido lo que necesitaba, ruptura, desborde, intentar lo diferente. Empezaron los desajustes y llegaron las ocasiones. Antes de marcharse del partido, Correa mandó un cabezazo fuera por poco, después, Llorente cruzó un disparo al palo desde la frontal y entonces, apareció la figura del partido: Gil Manzano. Joao dribló a Vencedor, y cuando encaraba el camino del área el jugador del Athletic casi le arranca la camiseta, lo para en seco, y al detenerse reclamando la falta, Joao le da en la cara de forma involuntaria. El colegiado da la falta al Atleti, pero enseña la tarjeta a Joao, al que saca completamente de quicio y acto seguido, muestra la segunda amarilla por desconsideración. Joao se había llevado el dedito a la frente en el gesto de “estás loco” y el árbitro encontró la oportunidad perfecta para lo de siempre. Minuto setenta y ocho y Joao expulsado en una falta en la que casi le dejan si camiseta. Desde ahí, el partido fue una locura, cada protesta de un jugador del Atleti era una tarjeta, la grada fue poco a poco desquiciándose al ritmo que Gil Manzano propuso. El partido ya era suyo por completo. En medio de todo aquello, el Athletic tuvo una ocasión clamorosa de Villalibre para haber ganado el partido y cuando se cumplían los seis de prolongación, Oblak metió un pase que sorpendentemente dejaba solo a Carrasco pero entonces, Gil Manzano culminó su obra, pitó abrupto el final y cortó en seco la jugada que dejaba al belga casi al mano a mano con Unai Simón. Vinieron más protestas y más tarjetas pero ya todo dio igual. Gil Manzano había vuelto a hacerlo, el Atleti salvó un punto, y bien puede dar las gracias por ello.
TEXTO: JOSÉ LUIS PINEDA
FOTO: IMAGO
20 septiembre, 2021
Bueno, yo nunca he creído en los árbitros. Son todos iguales, ya que cuando alguien no funciona, el colectivo ha de hecharle. Si lo proteje, es igual que ellos. El comité de árbitros, provoca violencia, este sujeto odia al atlértico, y los manda más, le ponen para que siga jodiendo los intereses del atlético para favorecer a terceros. Antes un club podía recusar hasta 5 árbitros,de recuerda la recusación del Barsa a Guruceta, pero eso para beneficio de los impresrntables, se les quitó a los clubes, a pesar de que gracias a los jugadore, esta pandilla de malditos mangantes viven como Dios.