Tres puntos y adiós  (1-0)

El Atlético vive un tiempo extraño. Parecía haber retomado la senda de lo que fue, que no es otra que la de lo que quiere ser pero debe ser una senda retorcida porque cuando parecía haberla alcanzado en base a conceptos aparentemente simples: orden, intensidad, solidaridad, todo se descompone de nuevo y suceden partidos como el que le enfrentó ante el Betis, en el que los de Simeone hicieron un partido que estuvo más cercano al desastre que a cualquier otro lugar.

Marcó rápido Gaitán, corría el minuto ocho, y en una internada por la derecha le cayó un rechace de la defensa sevillana que el argentino, al que Simeone dio la titularidad, aprovechó para poner por delante al Atlético. Durante un breve espacio de tiempo posterior, pareció que el Betis sería el rival débil que acostumbra a ser en el Manzanares y que el Atlético le pasaría por encima como un caballo desbocado. Pero fue un amago bastante leve, porque en seguida los colchoneros fueron cayendo en esa especie de abulia a que a veces se apodera de ellos y el Betis se adueñó del balón y del partido.

El Atlético se defendía sin apuros del dominio posicional del Betis al que el balón no le daba para mucho más que mantener al rival fuera de peligro y poco a poco tratar de acercarse a un gol que consiguiera equilibrar el partido y repartir los puntos. No lo consiguieron los verdiblancos, más por propia inoperancia, porque pocas veces encontrarán en frente a un Atlético tan desdibujado. Los de Simeone, con Griezmann desaparecido, Torres empezando a decir adiós, Gabi desconocido, Saúl ausente, apenas se sostenía sobre la voluntad de Koke y el aliento de Filipe. Se acercaba el final y a todo el mundo se le ponía la cara del desastre, porque el Betis, cada vez más suelto con un Dani Ceballos acaparador del juego, esperaba paciente la ocasión en la que pudiera despedir el Calderón con algo positivo para ellos.

Solo la entrada de Carrasco consiguió sacudir un poco a los rojiblancos que veían pasar los minutos con desesperación, deseando que aquel desastre imposible de reconducir acabase ya con el menor daño generado. Así, el Betis, tal vez condescendiente con un estadio que tanta felicidad le dio, terminó el partido sin conseguir igualar, y el Atlético se marchó de allí huyendo de esa imagen extraña de sí mismo. No hay demasiado tiempo para reflexionar, llega la Copa, pero el desastre que finalmente no fue, porque los tres puntos quedaron en casa, debe advertir a los de Simeone de que el camino no es tan fácil como parecía.

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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